Son espias. Son asesinos, maestros en el arte de matar... Por su sangre corre el veneno más poderoso: Son Amidriatas, parias sin hogar ni tierra, seres sin futuro ni esperanza... pero tal vez, solo tal vez , no llegue a ser  así para todos.


LA BALADA DE LOS ASESINOS AZULES
Gerardo Sifuentes

Para IA...
...por la punk que lleva dentro
        y que lucha por salir.

 Se mezcló entre la gente que abarrotaba la sala de fiestas. El olor a cerdo asado y especias comenzaba a dar paso a la corrompida mezcla de vino, incienso quimérico y sudor. No era otra cosa que la celebración de alguna victoria absurda -a base de traiciones- de un conde más, con vistas de querer dominar el mundo. La escena que presenciaba le resultaba demasiado familiar, dedujo entonces que sería otro capítulo más en su vida.
 Su carrera como asesino había comenzado desde el momento de su concepción. Siendo el segundo hijo de un caballero del consejo imperial, quien en aparente secreto pertenecia a la sociedad Amidriatika, estaba destinado a ese oficio. La madre de Merrick permaneció los nueve meses enclaustrada en aquella fortaleza escondida en lo más profundo de los bosques de Lanka, un gigantesco monolito destinado únicamente a recibir a hombres y mujeres como él. La comida que ella ingirió durante la gestación pasó a la sangre de su hijo, mezclada con pequeñas dosis de eso que los hechiceros llamaban amidriatum; poción que seguiría tomando por el resto de su vida a riesgo de marchitarse lentamente hasta hacer que su cuerpo y alma se convirtieran en una burla de ser humano, aún cuando los hombres comunes no le consideraran como tal.
 Acarició por debajo de su camisa la daga que le regalara Sorgeen, su hermano mayor, y esperaba no usarla para sus propósitos esa noche, los asesinos azules solían ser discretos. Aunque él era distinto, a diferencia de muchos de sus colegas, operaba por gusto, quizá a veces por unas cuantas monedas o simple satisfacción personal. Merrick no tenía un señor fijo a quién servir.
 Pasó junto a Luisa quien entretenía al que parecía ser el guardia personal del Conde de Juvenne; al verlo sonrió discretamente, esperarían un buen rato hasta que llegaran a cumplir con la misión.
 Continuó paseándose entre los invitados, observando las ya gastadas series de los bufones que sin embargo conseguían arrancar carcajadas de los invitados. En un rincón junto a unas enormes cortinas rojas se encontraba la hija del Conde coqueteando con dos oficiales de alto rango. Tal vez a ella le gustaran los juegos nocturnos exóticos, eso sería un inconveniente, habría que deshacerse de los acompañantes.
 Sus cavilaciones fueron interrumpidas por alguien que le dió un par de golpecitos en el hombro.
 El trovador sonreía como ningún otro de aquellas tierras lo hubiera hecho. Rasgueó la guitarra y comenzó a cantar a todo pulmón una balada muy conocida, colocando a Merrick en una situación delicada. Era la historia de un puñado de humanos que bebían un elixir mortal desde su nacimiento, y sus madres al tenerlos en su vientre, adquirían una tonalidad azul claro en la piel. La melodía decía que eran muy bien parecidos, conocedores del mortal arte de la seducción, sabían usar la daga y la espada, y como espías eran invencibles, sin embargo su único defecto era que no podían amar.
 Al escuchar la Balada de los Asesinos Azules varios asistentes aplaudieron, y para fortuna de Merrick nadie había notado alguna alusión. El trovador, vigilado muy de cerca por el propio Merrick, cumplió con los caprichos de varias personas al cantar absurdas cantatas sobre el amor y los placeres del vino, ni la mirada desafiante del Amidríata le podía arrancar su enorme sonrisa.
 Lo fué acorralando discretamente, llegando a un obscuro pasillo ocupado solamente por una pareja que no podía contener sus pasiones, lo tomó por el cuello y colocó la daga a escasos centímetros de su rostro.
 - Debería quitarme los guantes -dijo Merrick con un susurro- aún así esa no sería una muerte digna para tí.
 - El Amidríata es una criatura hermosa -el trovador no mostraba señales de miedo- conozco secretos. No te preocupes, no he avisado a los guardias, tienes mi palabra. Tengo algo que decirte.
  Merrick volteó para cerciorarse de no caer en una emboscada. La pareja se encontraba en el clímax de su encuentro y no prestaban mucha atención de lo que sucediera a su alrededor.
 - ¿Qué buscas ?, el secreto se fué junto con mi madre - Merrick habló poco a poco, pensando en cada palabra que salía de su lengua. - Y tú no pareces ser alguien al que pueda dar su vida por una fórmula.
 - ¿Mandrágora, seis serpientes, sangre de ciclo lunar? - el trovador cambió su rostro por una expresión sombría, como el de una gárgola labrada en piedra - Tú eres Merrick Sinwed, eso es lo que me importa. ¿Cuantos de tu especie has visto últimamente?
 Un par de rostros se fijaron en la mente de Merrick, tomando a Luisa aparte.
 - Los suficientes como para acabar con un pequeño reino - mintió esperando ver la reacción del trovador.
 - Lo dudo. Cumple con lo tuyo y sabrás de mí - el trovador hizo unas señas con las manos, entrelazando su delgados dedos de forma discreta, pasándoselos por el rostro, delineando un idioma que sólo los Amidríatas y nadie más en aquel mundo podía interpretar.
 "Eres Merrick. ¿Aún quieres seguir entre las sombras?"
 Lo soltó. El trovador volvió a tener aquella sonrisa que le caracterizaba, se perdió entre la concurrencia tocando su instrumento dejando a Merrick en un dilema.
 Cogió una copa y la bebió hasta el fondo. Su espíritu rebelde se sentía doblegado ante aquella persona, nunca había conocido a un Amidríata tan quitado de la pena. En algún lugar dentro de su ser se encendió una antorcha, se hizo mil preguntas en escasos segundos.
 Observó a lo lejos que Luisa acompañaba al Conde, de alguna forma se había deshecho del guardia. La disciplina adquirida en la fortaleza de Lanka le hizo olvidar lo sucedido, habría que terminar con el trabajo.
 La hija del Conde se había quedado con un solo oficial, así el trabajo se hizo más fácil. Aquel soldado no fué rival para Merrick, quien se quedó con un palmo de narices al ver cómo el interés de la jovenzuela se perdía ante la galantería heroica bien ejecutada del Amidríata. Ningún actor podía comparársele.
 Al llegar a la habitación la había besado lo suficente. Su saliva ponzoñosa pasaría al torrente sanguíneo de ella, contaminándola, marchitando su alma hasta hacerla desaparecer. Con las manos libres de los guantes esparció el sudor acumulado en la palma de las manos sobre el bien formado cuerpo, y la hija del conde firmó su sentencia al proferir una profunda mordida en el pecho desnudo del Amidríata. Ella perdió el conocimiento escasos minutos después, con el veneno amidríata paralizándola poco a poco sin saber que había sucedido.
 A hurtadillas se dirigió al entronque de los pasillos centrales donde le esperaba Luisa.
 - ¿Algo interesante? - preguntó Merrick.
 - Cayó en las escaleras, quizás fué el alcohol. Lo tuve que llevar hasta su habitación.
 - Salgamos.
 La fiesta seguía su curso, y no terminaría hasta la tarde del siguiente día, si es que no se descubrían los cadáveres hasta ese entonces. Por lo general el envenenamiento Amidiríata era descubierto por un cirujano experto a los dos días de ocurrido el deceso. De no  Pero en esa ocasión era a todas luces un motivo político, y sólo un inepto consideraría que la muerte del conde y su hija en aquella misma noche era una fatal coincidencia. Ni Merrick sospechaba en ese entonces que esas muertes desencadenarían una serie de acontecimientos  que cambiarían el destino de miles de personas en los siguientes años.
 La ausencia del Conde y su hija no paso mucho tiempo desapercibida. Justo cuando Merrick y Luisa salían del castillo la voz de alarma había llegado hasta los centinelas. La velocidad de los caballos superó a los despistados arqueros, sin evitar que una buena cantidad de jinetes salieran a su persecución. El único camino capaz de proporcionar una vía de escape através del accidentado valle en el que se hallaban los internó en el vientre de un bosque no muy espeso, propio para alejar supersticiones y hacer la vida desagradable a los viajeros. El estar acostumbrados a su propio terreno ayudó a los soldados del difunto conde a darles alcance, obligando a los perseguidos a repeler el ataque.
 Merrick culpó automáticamente al extraño trovador que encontrara en aquella fiesta, y desenvainando su espada esperó a los soldados. Luisa lo imitó, lista para coger su propia daga en cualquier momento y evitar caer presa; los Amidríatas no podían ser prisioneros, no era agradable oír historias sobre experimentos hechos en ellos.
 El zumbido de las flechas se agregó a los sonidos de la noche y varios cayeron sin que Merrick hiciera algo. Los que pretendían escapar, y eran un buen número, se toparon con una muralla de ojos rojizos que les bloqueaban el paso. El sonido de metal contra carne y algunos gritos ahogados dieron fin a la matanza.
 Merrick nunca había visto tantos Amidríatas juntos, y supuso que Luisa tampoco. Hizo la señal de saludo correspondiente, a la que todos le contestaron de la misma forma. Sus ojos penetraron entre las sombras, buscando entre aquellos asesinos-guerreros que le rodeaban algún rostro familiar. Nadie decía una palabra, hasta que se alzó una voz conocida.
 - Merrick Sinwed -habló el trovador dejando escapar una estela de vapor de su boca- eres conocido por tu falta de respeto a ciertos estándares, y quizá por otros atributos no muy gloriosos. Somos parte humana y parte intriga, por nuestra sangre y nuestras lágrimas corre el veneno más mortal que se haya visto en el planeta. Te proponemos unirte a nosotros, podemos reclamar nuestro lugar en el orden de las cosas.
 - Aún tenemos que aprender sobre nosotros -replicó Merrick- Una guerra entre reinos es normal, ¿Pero nosotros?
 - A un ejército de tres mil se le respeta. Aquí solo somos cincuenta.
 - ¿Tres mil? De donde han sacado semejante cantidad.
 - El mundo es inmenso, y las antiguas fórmulas dejaron de ser hace poco un misterio para algunos de nosotros.
 En el rostro de Merrick se dibujó una mueca de asombro.
 - Somos la clase más selecta de criaturas de la noche de los tiempos. Con la fórmula completa en nuestro poder podremos incluso reproducirnos y sentirnos al tacto sin proferir quemaduras o inocular bacterias ponzoñosas por la saliva. Quizá no del todo, tal vez dominarlo a voluntad, aún no lo sabemos.
 - Siempre me he preguntado sobre mi ser, el por qué sueño cosas tan extrañas, por qué me ha tocado ser así. No veo por qué negarme.
 - Quizá lo tomes a la ligera por el momento, pero recuerda: sé que nos serás muy útil en el futuro.
 - Somos Amidríatas - le habló en un susurro al trovador- Para nosotros no hay futuro, por eso nunca tomo las cosas a al ligera. Mejor irnos de aquí, me has convencido si eso es lo que querías saber.
 Se internaron en la foresta hasta encontrar un camino vecinal, entonando cantos mágicos para espantar a los malos espiritus, perdiéndose después por las montañas, donde sabían que un par de semanas después llegarían al bosque de Lanka, donde había una fortaleza que los había visto nacer.
 Estos fueron los hechos, de cuando Merrick y Luisa se unieron a un ejército que daría mucho de que hablar en los años subsecuentes. De como tomaron la fortaleza de Lanka y salvaron parte de su basta biblioteca de la destrucción, y como lucharon en el río infestado de mercenarios cabezas-de-nutria, o cómo Merrick llegó a desposar a una Amidríata -la primera unión entre esa línea de sangre- es cosa que ocuparía muchas páginas más, denme tiempo para descansar la mano y continuar. Basta con decir que el buen Merrick en ese entonces no lo sabía, pero aún le esperaba la mejor parte de su vida.



Unas palabras sobre el autor
Gerardo Sifuentes es uno de los mejores expoentes de la ciencia ficción mexicana. Perteneciente al Circulo Puebla y co-editor  (junto con José Luis Ramirez) del fanzine FRACTAL cuya versión en la red ya esta disponible. Gerardo no solo se a destacado por ser un promotor incansable del género, sino por tener una prosa envidiable y unas historias arriba de lo convencional. LA BALADA DE LOS ASESINOS AZULES es solo uno de los capítulos de un proyecto que se prepara para llevar a cabo...varios esperamos con ansia que lo termine pronto.