De una caja se pueden obtener muchas cosas. Pandora, por ejemplo, obtuvo la mayor parte de las enfermedades que hay en la Tierra y las liberó. Pero de una caja no solo se liberan bichos mortales. De la caja de Luis Flores Aguilar se libera algo más que la imaginación. Vamos, entren y ábranla...todos deberian ver lo que hay aquí dentro... |
Deberias ver lo que hay aquí dentro...
Por Luis Flores Aguilar
Después de horas de excitada escritura,
descubre que sus dedos se han licuado, que escurren de sus nudillos, flácidos
sobre el teclado.
Contrariado, busca un cigarro, se acerca a la cajetilla y toma uno
con la boca.
Alfa se acerca y se lo enciende.
“Ya deja esa máquina de escribir y ven a la cama”, dice Alfa
sugerentemente.
Envuelto en el humo del cigarrillo piensa un momento. Planeaba amanecer
escribiendo, pero ya no será posible.
Accede, y se deja cargar hasta la cuna.
Osvaldo despertó en el vagón
del metro. Se sorprendió de encontrarlo vacío, recordaba
ir pestañeando en el asiento, rodeado de una multitud de pasajeros
en la hora pico. Las paredes blancas del vagón le deslumbran,
afuera en el túnel todo es oscuridad, solo se escucha el silbido
del tren al viajar a gran velocidad y el traqueteo natural de los vagones.
Mira en su muñeca preguntándose por la hora, descubre
su reloj parado a las doce. Necesita una respuesta a tan confusa
situación, necesita bajar, quizá algún guardia pueda
aclararle que le paso.
El tren frena, va entrando en una estación, no reconoce el nombre
ni el color de la línea.
Se para en la puerta, listo para bajar. Pero descubre que no
viajaba solo, alguien dormía en un asiento del otro lado del vagón.
Se despierta alterado, mira a su rededor y se levanta corriendo, sale justo
cuando suena el timbre y las puertas se cierran.
El tren reanuda su marcha y dentro de este Osvaldo, pasmado, mira pasar
la estación, después de verse a si mismo salir y alejarse
por el anden, cuando el se ha quedado en el tren.
Te revuelves en las sabanas, tu cabeza no
deja de zumbar. Abres los ojos, sigue oscuro, hueles tu aliento.
Alcohólico.
Miras el reloj, pronto amanecerá, después de una
noche tremenda casi no has dormido.
Un rato después vuelves a despertar, ya entra la luz del sol.
¡ Ah chin ...!, Volteas de nuevo, sí, la luz de la ventana
es verde.
El cielo, los edificios y las nubes, bañados por un brillante
verde limón que conforme el sol se va elevando se torna esmeralda.
El radio despertador se enciende, suena la estática.
De un golpe lo tiras, y escuchas.
Te das cuenta, no se oye tráfico en la avenida, y el zumbido,
no proviene de tu cabeza.
Te dejas caer sobre la almohada y te envuelves en las cobijas.
Al fin y al cabo es sábado.
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