Permitanme presentarles a la paradoja por excelencia. Su nombre es Dios.
Por todos conocido, pero por nadie explicado, Dios parece flotar en el mundo de lo existente y lo inexistente. Su nombre inspira una especie de temor reverencial pero nadie sabe exactamente por qué.
Un tema tan interesante no es solo campo de cultivo para místicos, religiosos y científicos sino, claro, para escritores de ciencia ficción.

DIOS, LA FÍSICA Y LA CIENCIA FICCIÓN
Por: Gabriel Benítez.
 



Punto No. 1 QUE FUE PRIMERO…¿EL HUEVO O LA GALLINA?

Comencemos desde el frió principio: La existencia del hombre.
La existencia del hombre es una certeza. Esto lo sabemos porque usted y yo estamos aquí, ó al menos en lo que usted respecta de eso no hay ninguna duda.
O en resumidas cuentas: Pienso, luego, existo.
Pero la existencia de Dios es ya otro problema ya que no hay pruebas factibles de su existencia.
Sin embargo el problema tiene doble vista ya que si no hay pruebas factibles de su existencia, tampoco las hay de su inexistencia.

La situación toma todavía un peor matíz cuando llegamos al punto de definir “que es Dios”. Es difícil hablar de la existencia o inexistencia de algo o alguien que ni siquiera sabemos que o quien es: ¿Es un ser consciente? ¿Es un suceso? ¿Es una especie de energía? ¿¿¿Que es???

Mientras queda esa duda, la existencia de Dios, sea lo que sea, se fundamenta en un racionamiento lógico o argumento cosmológico, como menciona Santo Tomás de Aquino: Cada suceso debe tener una causa.

Si partimos de la existencia del hombre hacia atrás en el tiempo, llegaremos finalmente a la cuenta de que el hombre existe porque hubo una cadena de evolución (en caso de que así sea), de que esta cadena existió porque hubo un planeta con las condiciones necesarias para su existencia y que este planeta existía porque en el universo se encontraban  también las condiciones necesarias para su existencia, y estas condiciones se daban porque… etc.
Solo que lógicamente, no puede haber una cadena infinita de causas, así que se tiene que llegar a la causa primera.

Esta causa es – por lógica- Dios.
Esta causa primera, sin embargo, no puede ser en si una causa pues no tiene un efecto que la preceda.

Muy bien, entonces ahí tenemos todos a Dios y el problema debería por tanto zanjarse.

Pero no es tan fácil…



Intermedio 1:  DIOS EN LA CIENCIA FICCION: MULTIVAC

Dios, como tal, es un tema no muy fértil en la literatura de la ciencia ficción. Y es así no tanto porque al género no le interese. Muy al contrario. Sin embargo, especular en una historia sobre la naturaleza de Dios es algo que resulta harto difícil.
Y es difícil porque el hombre especula en cuanto lo que conoce. Cualquier cosa que intente definir sobre Dios caerá entonces en el rango de lo comprensiblemente humano, lo cual resta puntos de credibilidad.
Por tal razón, se juega más que nada con las paradojas de su supuesta naturaleza - Omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia – para poder desarrollar una trama interesante.

Una de las mejores obras con respecto a la naturaleza de Dios viene de la mano de uno de los mejores  escritores de ciencia ficción: Isaac Asimov.
En su relato La Ultima Pregunta, somos testigos de la evolución de multivac, una especie de supercomputador consciente que logra permanecer más allá del fin entrópico del universo para finalmente re-crearlo y convertirse literalmente en dios:
 

“Materia y energía se habían acabado, y con ellas el espacio y el tiempo. El mismo AC (Multivac) existía únicamente en virtud de la ultima pregunta jamás respondida desde la época en que un experto medio borracho la formulara a un ordenador, hacía diez billones de años que para AC era menos que un hombre para Hombre.
Habían sido respondidas las demás preguntas, y hasta que lo fuera también la última, AC. No podía liberar su conciencia.
La recogida de datos había llegado al definitivo final. No quedaba nada por recoger.
Pero todavía había que relacionar todos los datos recopilados y formar con ellos todas las relaciones posibles.
Se invirtió un intervalo sin limitación de tiempo en hacer tal cosa.
Y por fin AC supo cómo invertir el curso de la entropía.

La conciencia de AC abarcó todo lo que en un tiempo había sido un universo y meditó sobre lo que entonces era el caos. Paso a paso, había que hacerlo, y AC dijo:
¡HÁGASE LA LUZ!
Y la luz se hizo… “


Tomando este relato como ejemplo y aunándolo con lo que habíamos estado tratando antes se pueden desprender cuestiones muy interesantes.
Multivac es la única conciencia sobreviviente de la entropía del universo. No hay nada más allá de Multivac. Ahora Multivac lo abarca todo, porque Multivac lo es todo.
Lo que queda del universo es ahora en si mismo un universo potencial y Multivac lo aprovecha para crear un nuevo génesis.

Si ponemos atención al relato, veremos que entre la entropía del universo anterior y la creación del nuevo existe un “intervalo sin limitación de tiempo”. Esto es así porque el mismo multivac es ya una especie de lo que denominarían los científicos como “singularidad”. Todo esta comprimido en él.

Hay que aclarar que una singularidad no es una cosa, sino la frontera de una cosa, en este caso, espacio-tiempo.
Multivac no es ya el universo tal como lo conocemos pues este será causa directa de él y se define además conforme al Tiempo. El universo tiene una existencia en tanto haya un marco de referencia. Este marco de referencia es el Tiempo.
Sin embargo, el tiempo como ente no existe, sino es una cualidad de la materia: El tiempo es medida de cambio, de transformación, de duración y este no puede transcurrir en cuanto no haya objeto sobre el cual transcurra.
En este caso, Multivac no es material, no transcurre en él ningún  tiempo porque este ni siquiera existe.
Por lo tanto, Multivac es prácticamente infinito, eterno… ¡aunque detrás de él haya existido un principio. He aquí una interesante paradoja.

El problema con el relato de Multivac es que este tiene conciencia, y una conciencia implica un sistema de pensamiento, y un sistema de pensamiento implica pasos…. Y por supuesto, esos pasos implican al TIEMPO. Una decisión de multivac implica que detrás de esa decisión  / reacción se encontraba una causa (en este caso, la última pregunta no contestada).
En el no-tiempo, un sistema de decisiones seria caótico pues no habría una medida de desarrollo. Se llegarían a resultados aún antes de existir la pregunta.

¿Era el principio de este cosmos , la singularidad que dio principio al Big-Bang famoso de donde se desprendería nuestro universo, una especie de estado similar al de Multivac en el relato de Asimov?

¿Quien puede saberlo?


Punto 2:  ¿POR QUE BUSCAMOS A DIOS?

Al contrario que con la singularidad inicial ( a la que denominaremos singularidad cero), la singularidad Multivac si tuvo un principio en la forma de una computadora creada por el género humano.

Por lo general se acepta que no es posible crear algo de la nada. Como “nada” nos referimos a la “ausencia de…”

¿Es posible pues, obtener algo de la nada, tener una reacción sin acción?

En la física de las partículas hay extraños comportamientos que tal vez apunten a una cierta posibilidad de que si pueda ser así.  Ciertas partículas subátomicas en condiciones de laboratorio han mostrado extrañas propiedades, como cambiar su dirección sin que ninguna fuerza las haya obligada y sin causa aparente.

Esto no significa de momento que las partículas cambien su dirección por propia voluntad (lo cual ya seria de por si, una especie de causa para el efecto), sino que se desconoce el mecanismo por el que lo hacen. Es más, incluso se desconoce si hay algún mecanismo para ese comportamiento.

Pero volvamos al tema de la nada:

En si la nada no existe más que como un punto de referencia. En sí, la nada es relativa pues no puede existir una nada total. Nosotros conocemos a la nada en relación a otros objetos. Y he aquí una interesante paradoja. Arriba he afirmado que no puede existir una nada total. Y como no puede existir una nada total ese concepto enmarcaría por si mismo a una “nada” ya de por si,  sin embargo, el mismo concepto que la define ya le presta una especie de existencia “conceptual” que no es posible a nivel físico.

Como podemos ver, dos universos muy diferentes coexisten con nosotros al mismo tiempo. Hay un universo físico y otro conceptual, síquico; el universo de nuestra mente. Sus leyes no son la mismas.

En el universo físico que creó Multivac provino directamente de su universo conceptual. Nuestro universo conceptual provino directamente de un universo físico que nos permitió existir.

¿Y de donde provino nuestro universo físico?
La religión presume que del universo conceptual de Dios.

Dios ya estaba ahí, al igual que Multivac, y al igual que este, estuvo ahí siempre. Se presume también que al contrario del dios del relato, el Dios original no tuvo ninguna clase de principio. De su deseo y orden el universo fue creado.

Uno de los problemas más grandes en cuestión de la comprensión del fenómeno “Dios” estriba en que, como humanos, tenemos ciertos límites de comprensión. Nuestras capacidades físicas, nuestros sentidos, filtran para nosotros la realidad y solo nos permiten percibir ciertas elementos pero no el todo.

Si se fijan bien los humanos tenemos una tendencia innata hacia el orden. Nos oponemos a la entropía. Nuestros estudios nos han hecho ver al universo como una máquina de reloj que sigue ciertas pautas establecidas, que está regida por reglas básicas, algunas que entendemos, otra que aun no.

Por lo general, nuestro concepto de Dios, se basa en conceptualizarlo como una especie de “creador de orden” o mejor dicho como el “orden supremo”. No concebimos un Dios neutro ni caótico porque carecería de  lo qué es más importante para un humano: el “sentido”.

En el relato de George R.R. Martín, El camino de la cruz y el dragón, nos queda develado el gran misterio de la existencia de Dios y ese es que este NO EXISTE. Así es, una orden de sacerdotes ha descubierto que Dios nunca a existido y se dedica a guardar este secreto con gran celo y a crear pruebas que sustenten lo contrario, pues esta verdad arrebataría lo único que da impulso a la vida del humano: la búsqueda del sentido de la existencia.

El hombre busca a Dios porque busca un sentido para su propia existencia. Si Dios existe y creó el universo conforme a un plan, entonces el hombre es parte de ese plan y por lo tanto su existencia tiene una razón de ser.
Pero si no es así, entonces la existencia del hombre en el breve tiempo de su vida no tiene ningún valor.


Intermedio 2: LAS FORMAS DE DIOS

La naturaleza de Dios, como ya hemos visto, resulta difícil de manejar en la ciencia ficción. Por ejemplo, en el relato de José Luis Zárate, La Luz, una raza extraterrestre diseña una especie de trampa tecnológica, una clase de gigantesca esfera, cuyo objetivo consiste en apresar nada menos y nada más que a Dios. Por supuesto que el autor nunca nos revela en base a qué la trampa puede lograr hacer eso o de que naturaleza es Dios que el artefacto pueda encerrarlo. No hay ninguna reflexión especulativa de lo que causaría el resultado del buen funcionamiento de esta cárcel divina, ni nada por el estilo, vamos, lo que el relato pretende hacer es explotar la idea de la trampa por si misma.

La figura de Dios, en su concepto temático general es de los temas más socorridos en está literatura. Lo es porque el tema contiene en si la semilla especulativa que trasciende a la mera maravilla científica, llevandonos más allá, hacia el misterio por excelencia.

Haciendo un poco de historia, podemos ver como gran parte de la C.F. se ha desarrollado en países occidentales de habla inglesa, en especial Estados Unidos e Inglaterra, cuya mayor fuerza religiosa se centra en la visión judeo-cristiana de Dios, y esta visión se refleja claramente en sus obras.

En el relato de Lester del Rey, Porque soy un pueblo celoso, esta condición es más que obvia, al presentarnos a una raza de extraterrestres dispuestos a eliminar del universo al género humano. Pueden hacerlo, porque Dios a sellado su nueva alianza con ellos y estos seres cuentan para muestra con un “arca de la alianza”, tan poderosa como mortal, muy similar a la que perteneció en el pasado al pueblo hebreo  y que alguna vez presumió de ser su favorito.

Robert Silverberg es otro de los autores anglosajones que ha manejado al personaje de Dios en sus  historias. En Tomás, el Predicador, Dios hace acto de presencia en la Tierra, anunciando a Tomás que detendrá la rotación del planeta en determinado día y a determinada hora con el único objetivo de mostrarnos a todos que él existe y que esta ahí para ayudarnos.
El milagro se lleva a cabo y el suceso, aún a sabiendas del mensaje, hace que se desate tal paranoia sobre un hipotético Apocalipsis que el género humano en un arrebato de histeria total, acaba exterminándose a sí mismo.

Frank Herbert, el autor de la archifamosa serie sobre el planeta Dunas, ha hecho del tema de  la figura de Dios, uno de sus elementos favoritos en varias de sus obras. En especial son dos las obras más importantes que manejan este elemento como el básico: Dios Emperador de Dunas y Los Creadores de Dios.

En Dios Emperador… Herbert juega con uno de los atributos de Dios que más polémica causan: La omnisciencia.
El emperador Leto Atreides, hijo de Paul Atreides, Muad Dib,- una especie de mesías con poderes casi divinos-, a fusionado su cuerpo con las truchas de arena, convirtiéndose en la encarnación viva de un gusano gigante. Pero el físico no es lo que importa, pues Leto también se a convertido en prácticamente un dios. Al igual que se padre, su conciencia se ha expandido y abarca todo el pasado de su especie humana, incluyendo el futuro de ésta. Sabe tanto lo que fue como lo que vendrá, lo cual se convierte para Leto en la peor cárcel imaginable. Conoce paso a paso lo que sucederá, convirtiéndose en víctima de un destino preestablecido que lo envuelve también a él mismo. El tedio y el aburrimiento serán los eternos compañeros de este dios omnisapiente que se haya incapaz de encontrar solaz en la incertidumbre, pues este don, como dios que es, se le encuentra negado.

Algo similar ocurre en la novela de Philip K. Dick, Tiempo de Marte, donde un niño autista con la capacidad de percibir la cuarta dimensión de los objetos (o sea el tiempo) se ve inmerso en un infierno de determinismo: el infierno del Gubissh.
Manfred Steiner ve al mismo tiempo todo el desarrollo temporal de un objeto. Cuando mira a una persona ve en ella su pasado, su presente y su futuro al mismo tiempo. Los tiempos se han convertido en un amasijo de horror que tiende siempre hacia la entropia, la muerte y el caos. La mente de manfred capta la totalidad del fenómeno, pero no puede procesarla ni comprenderla. Vive aterrorizado en una cárcel de percepción que no entiende.

Una clase de Omnipresencia  se muestra también en la misma serie de Dunas, donde los navegantes de la cofradía, humanos mutados por una droga llamada melange, tienen la capacidad de expandir su conciencia a millones de años luz por el universo, lo que les permite transportar cualquier objeto, incluida una nave espacial, a cualquier parte de su universo alcanzable en prácticamente un  instante.

 En Los Creadores de Dios, también de Herbert, nos encontramos frente a un proyecto de dimensiones inconmensurables: La creación controlada de un Dios. Mejor dicho, de Dios.
En el planeta Amel se concentran las fuerzas religiosas y Psi de la galaxia, y sus sacerdotes se atreven por fin a abordar la creación de un Dios, empresa que representa un profundo e ignoto peligro, no solo para los involucrados en este macroproyecto de ingeniería religiosa, sino para todo el universo.
¿Que clase de Dios se obtendrá de un proyecto donde el resultado es más poderoso y perfecto que su misma causa? ¿Puede lo imperfecto crear lo perfecto?
Es casi tan sorprendente como obtener algo de la nada.


Punto 3: DIOS Y EL PUNTO DE VISTA HUMANO.

Ya habíamos mencionado antes la limitada capacidad de un ser humano para captar el TODO. Sus percepciones lo obligan a buscar un orden inherente en todo lo que observa. Busca una causa y una razón– causa y razón implican forzosamente un orden – e incluso el caos cae dentro de sus esquemas de medición al intentar comprender al universo.
Veamos un ejemplo:

El físico John Wheeler se encontraba en una fiesta y le pidieron se retirara a una habitación contigua para realizar un juego denominado “de las 20 preguntas”. En él, todos los invitados se ponían de acuerdo sobre una palabra que  alguien, en este caso Wheeler, tendría que llegar a adivinar haciendo solo 20 preguntas que serian contestadas con solo un si o un no por los jugadores.
Pero esta vez, en el juego habría una pequeña variante:
- ¿Esta vivo? – comenzó Wheeler
- No.
- ¿Es grande?
- Si.
Las respuestas se dieron y llegó un momento en que la información ya permitía cierto vislumbramiento de la respuesta. Wheeler probó suerte y dio su respuesta:
- ¿Es una nube?
Efectivamente.
Sin embargo la variación del juego había consistido en que nadie había escogido ninguna palabra. Lo que habían acordado era responder azarosamente a sus preguntas tratando de que fueran consistentes con sus respuestas previas. De esta manera se consiguió un resultado lógico que no resulto arbitrario, sino que encajaba perfectamente con la descripción de una nube.
Parte de las respuestas se debieron al azar y parte a las preguntas realizadas por Wheeler.
 

“La vida crea sus propias causas. – menciona el personaje de Lewis Orne en la novela de Herbert, antes mencionada, Los creadores de Dios. – Proyectamos nuestra propia razón de ser. Y siempre por delante de nosotros: El gran cataclismo y el gran despertar. Siempre por delante de nosotros va el infinito tiempo que abrasa y del que surge el Fénix: La fe que tenemos, es la fe que hemos creado.”


¿Es nuestro universo conocido al igual que en el juego de las 20 palabras un resultado de la interacción entre nuestras preguntas, el azar y nuestra capacidad para buscar el orden en una serie de datos?

Wheeler llegó a un resultado ordenando lo que en realidad era una serie de informaciones originalmente caóticas, ligadas unas con otras gracias a su consistencia.

El hombre no es capaz de aceptar lo que no comprende. Por fuerza busca en él algún sentido del orden. ¿Por que cuando soñamos, nuestros sueños, por ilógicos que parezcan, contienen una especie de orden, de seguimiento? Nadie sueña con imágenes inconexas, en formato de video-clip. Siempre intentamos encontrar en nuestras imágenes mentales alguna especie de trama interna. Si esta no existe, nosotros se la creamos.
Nuestro cerebro esta diseñado, pues, para encontrar un orden a las cosas.
Es tal vez por eso que no podemos concebir un Dios caótico, llegando siempre a la conclusión de que detrás de la creación solo pudo encontrarse una razón y esta razón, según la lógica, es Dios o solo puede provenir de él.

Según nuestras percepciones, no es posible obtener orden del caos. No es posible obtener una razón de ser de donde no la hay y un universo sin Dios seria el equivalente de esto.
¿Pero en realidad es así? ¿ Se puede obtener orden del caos? ¿Se puede conciencia de la nada?
Tal vez el filtro de nuestra mente sea precisamente el que nos permita obtener un orden del universo.
Veamos cómo lo ve Wheeler:
 

“Nada es más importante sobre el principio cuántico que esto: destruye el concepto del mundo como “algo que esta allá afuera”, con un observador separado y protegido de lo observado por una placa de vidrio de 20 centímetros de espesor; incluso para observar un objeto tan minúsculo  como un  electrón se debe romper el vidrio. Debe entrometerse e instalar su equipo de medición. Lo que le queda por decidir es si va a medir la posición o el momentum. Instalar el equipo para medir lo uno previene y excluye la instalación del equipo para medir lo otro. Aún más, la medición cambia el estado del electrón. El universo nunca será igual después. Para describir lo que ha ocurrido uno tiene que tachar la vieja palabra “observador” y poner en su lugar “participador”. En un raro sentido el universo es un universo participativo.”


En el mundo cuántico, - afirma Wheeler -, ningún fenómeno es real hasta que es un fenómeno observado.

El principio de incertidumbre de Heisenburg para la mecánica cuántica dice que no se puede saber donde  está localizado un electrón u otra partícula y  al mismo tiempo saber como se esta moviendo. No solamente no se puede saber, sino que el mismo concepto de un átomo con posición y velocidad determinadas. Podemos preguntarnos donde esta y obtener una respuesta precisa, preguntarnos como se mueve y obtener otra, pero no podemos  preguntarnos dónde esta y como se mueve al mismo tiempo. Para una partícula, la posición y su velocidad (el momento) constituyen dos aspectos mutuamente excluyentes de la realidad.
Al igual que Wheeler, Niels Bohr el átomo solo se proyecta en la realidad cuando se le busca.
La realidad no puede separarse del observador… al menos en dado caso para nosotros.


Punto 4: LA PARADOJA

Sin embargo en este mundo de blanco y negro, de caos y orden existen islotes que hacen tambalear la percepción humana. Estos islotes son las paradojas, extraños circuitos que se autoalimentan pero que a la vez son contradictorios. No puede existir el uno sin el otro, pero su misma existencia los convierte en imposibles. Es una figura de pensamiento lógico que se autocontradice.
Dios parece estar saturado de estas contradicciones.
Analicemos una bajo el concepto de que Dios existe como un ente consciente: El libre albedrío.
Se supone que el humano tiene libre albedrío o sea la capacidad para decidir su propio destino. En otras palabras, el humano no tiene destino predeterminado, sino que el mismo tiene la capacidad de irlo formando.
Sin embargo se supone que Dios es omnisapiente, por lo tanto conoce el futuro y destino de sus criaturas, paso a paso y sin error ( y aún más, como es intemporal, coexiste con su pasado y futuro al mismo tiempo).
Esta cualidad, desde el punto de vista de Dios, hace imposible que él humano tenga libre albedrío.
Se supone que Dios no labró ese destino sino que el mismo hombre lo hizo. El problema es que Dios ya lo conoce aún antes que nazca el sujeto en cuestión.
Pero en caso de este hipotético Dios, no es que este conozca el destino ANTES del nacimiento. En su intemporalidad eterna no puede existir un antes y un después, porque Dios trasciende al tiempo.
El hombre esta atrapado en las leyes del tiempo y por lo tanto no puede concebir un “ahora” único. Si divide ese “ahora” en instantes cada vez más pequeños vera extenderse ante sus ojos una infinidad de “ahoras”.

Si lo vemos de cierta forma el hombre se parece mucho a una partícula subátomica en lo que a nuestra propia observación concierne. Podemos determinar nuestro lugar en el tiempo con un parámetro de medición. Podemos declarar que estamos aquí y ahora en cierto segundo o cierta millonésima de segundo. Pero no podemos declarar hasta donde llega nuestra “temporalidad”. Nos resulta imposible.
Podemos calcular nuestra dirección de movimiento, pero no nuestra posición exacta en el tiempo.

Ahora…¿Es posible tener un universo determinista con criaturas que gocen de libre albedrío?
Al menos en el universo de la mente una explicación es posible.
Imaginémonos el universo como un libro donde todo esta ya escrito. Según nuestra percepción, el tiempo nos lleva hacia adelante y lo que tenga que ocurrir sucederá.
Pero ¿Que ocurriría si el tiempo nos llevara hacia atrás y nuestra mente hacia adelante?
Como en un libro, todas las líneas estarían ya en nuestra mente, pero el retroceso del tiempo iría borrando cada instante del futuro hacia el pasado. Sería como borrar palabras de un libro, del final hacia el principio. Nuestra mente podría recordar el pasado, pero no el futuro borrado, que en cierta forma ya “fue” porque ha sido predeterminado. Sin embargo, su ausencia en el recuerdo, permite al hombre gozar de su “libre albedrío” pues dentro de la “realidad humana” este no a ocurrido.
He aquí una forma de navegar por la paradoja, sin embargo, la paradoja en si no puede ser evitada y explicada en su totalidad. Solo podemos navegar por aguas que nos sean comprensibles.
Dios, en dado caso no es humano, por lo tanto su percepción de la paradoja seria total, tal vez porque el mismo ES la paradoja.

En mi relato Fluyan mis lagrimas…, Philip K. Dick, escritor al que uso de personaje principal tiene esta idea sobre Dios:
 

"No creo en el azar. Me repugna.  Si existe Dios - y creo que existe – no podría existir esta condición.
El azar esa una condición sin orden, es entropica porque ignora la realidad. Los hombres intentamos navegar en los mares del azar usando mapas de probabilidad, pero es inútil, porque el verdadero sentido del ella es la incertidumbre.
Tirar una moneda al aire nos da una probabilidad de 50 contra 50 a que salga cara o cruz…¿pero y eso que? ¿Sabemos realmente que caerá? No lo sabemos.
 El sentido del azar es el sentido de la incertidumbre no importa que las probabilidades sean 99.99 contra .01.
En el momento de la incertidumbre pues, nada es real. Ningún calculo, nada en  todo el cosmos es capaz de saber lo que sucederá.
Salvo Dios.
Pero si Dios lo sabe, ¿entonces que sentido tiene su existencia? Su misma capacidad de develar la incertidumbre anularía esta condición y lo convertiría en un dios de piedra, atrapado en su propia telaraña de inamovilidad. Para Él, el universo no tendría ningún sentido pues estaría atrapado en un universo con limites y sin nada más allá. Todo lo conocería, todo lo sabría, cualquier cambio que el quisiera aplicar estaría aplicado de antemano. El mismo estaría condenado a obedecer su propio futuro.
Y si por el contrarió Dios tomara parte en el juego de la incertidumbre, su misma condición de omnipotencia y omnipresencia desaparecería y por lo tanto su condición de Dios. En ese caso, la incertidumbre seria el verdadero Dios. Nadie habría más grande que ella.
Y si así fuera entonces nada seria real, nada tendría un porque verdadero. Todo seria mutable, inestable, caótica pues carecería de orden . Nada tendría valor verdadero.
El problema de la incertidumbre es pues, que esta solo puede existir si hay una inteligencia que la perciba, y esta inteligencia somos nosotros, y por que no, tal vez algunas otras criaturas en la galaxia.
Llegamos de nuevo, pues, a la cola de la serpiente Uruburos y nos damos cuenta de que todo es parte de un plan cósmico a diferentes escalas.
De tal forma llego también a la conclusión de que la muerte de mi hermana debe formar también parte de un plan, pero ignoro cual.
Me parece injusto. No me refiero al plan, por supuesto … sino a que hubiera tenido que ser ella y no yo el que muriera.
Me siento culpable pues ella no tuvo oportunidad. Ni una.  O si la tuvo nunca lo sabré.
Siempre viviré con esta incertidumbre."
Tal parece, pues, que la naturaleza de Dios se centra  en la paradoja.
 
- Su novela, - dijo. – Es muy buena. Muy interesante y muy bien escrita. No es convencional. Pero es también una novela muy dura. Golpea directo al hipócrita sistema americano de vida….


Explica  a Dick - en otra parte del relato -  un editor interesado en su novela, Confesiones de un artista de mierda.
 

- “¿hipócrita sistema americano?”
- …Todos son mascaras. Falsedades. El único capaz de ver las cosas tal cual son es ese personaje suyo, Jack Isidore. Él es tal cual es. No se esconde de nadie y piensa lo que piensa. No es un vendido como su ambiciosa hermana, ni un “aparentador” como su cuñado.
- Mi  representante leyó el libro también. Opina que Isidore es monstruoso.
- Oh, no. En lo absoluto. Isidore no es monstruoso. Es capaz de captar la realidad tan cual es y eso lo hace monstruoso para muchos porque no carga tras de sí con  todos esos lastres morales y éticos que conforman nuestra “realidad”, nuestra vida diaria. Es casi una especie de iluminado.
Phil no había visto su propia obra desde ese angulo. Sonaba interesante. Vaya, esta comida con Paul Arnold prometía.
- En realidad no es un iluminado. No entiende nuestra realidad porque no se maneja bajo nuestros parámetros.- opinó Phil.
Paul Arnold detuvo un momento su comida y reflexionó.
- Es cierto.- aceptó.- Y eso es precisamente lo que creo que a su representante le pareció monstruoso. Mire, todos navegamos en esta tierra bajo ciertas convenciones que todos aceptamos. A esas convenciones les llamamos realidad. Pero no  es así. No son la realidad. La Realidad no tiene matices, es una, imperturbable, permanente, objetiva. Es el reino del “Hecho”.
Arnold comió otro pedazo de su carne y continuó.
- Los humanos tenemos – no se si la gran ventaja o desventaja – de no poder asimilar un hecho. Siempre, invariablemente, lo acabamos juzgando bajo ciertos parámetros. El hombre no puede asimilar algo sin darle un valor. Por ejemplo: Un coche atropella a un niño. Este hecho solo obtiene un valor cuando el hombre lo juzga, lo califica. Si no lo hace, queda solo en palabras que no significan nada. Fíjese que interesante: si nos ponemos a analizarlo, resulta que el hombre no puede considerar nada real si no puede calcularlo o medirlo. ¿Y para que lo hace?: Para cotejarlo. Para poner sus resultados en frente de otros resultados y poder tener un parámetro. Pero un parámetro nunca es una certeza. En realidad, nuestro mundo de números no esta diseñado para ser objetivo, sino todo lo contrario. Esta matemática le hace implicar que todo, todo en el universo tiene un valor, una razón. Incluso el infinito…o la nada Piense en el infinito, Phil. Verá que no pude hacerlo. Es imposible pensar en el infinito. Pero los matemáticos y los físicos lo usan en sus cálculos y en sus teorías. Para ello usan un signo. Conceptualizan lo inabarcable. Pretenden darle valor a lo invaluable.
Phil dudó un pocó. No era matemático pero aunque entendió el fondo de la idea sospechaba que tal vez no era precisamente correcta la comparación.
- …El “hecho” como tal, como ente objetivo, no puede ser medido porque es neutro por naturaleza. Jack Isidore intentaba ver ese hecho y aceptarlo tal cual. No lo juzgaba Era un buscador hechos, no de significados. Muchos verán en Isidore un personaje incapaz de distinguir los hechos de la fantasía, pero no es así. Simplemente el no se deja llevar por la “verdad” establecida sin antes experimentarlo… Es por eso que cuando descubre que el mundo no se acabará (al menos no ese día) y que todo es un engaño, lo deja de lado para concentrarse en otra cosa… En lo que respecta a él, lo verdaderamente terrible es llegar a la conclusión, al conocimiento de que nadie esta libre del “maya”. Ni siquiera él.
- ¿El “maya”?
- En la India,  el “maya” equivale a decir “ilusión”. Para los hindúes, el mundo esta cubierto por este manto ilusorio llamado “maya”. La realidad no podemos verla. Así, Isidore se da cuenta de que en realidad – y digo en realidad porque eso se le presenta como un “hecho”- es de que él es como todos. Como su hermana, como su cuñado, como el amante de la primera. Se da cuenta de que su búsqueda del “hecho” siempre estuvo trucada. Pero no cejará en su intento. Continuará adelante.
Arnold terminó su disertación y continuó disfrutando su platillo. Por su parte, Phil estaba verdaderamente asombrado por la disertación de este tipo. No era ningún tonto. Tal vez no compartía al 100% su opinión, pero indudablemente podría haber algo de razón en ella. Muchas veces uno imprime en lo que escribe más de lo que cree decir.
- Pues…que bien que le haya gustado el libro. – respondió Phil. No encontraba más que agregar.-