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Actualmente parece una moda desestimar
el subgénero de lo que llamamos ciencia ficción dura porque
se le supone falta de "espíritu literario". Nada más falso.
Den un vistazó al mundo de la ciencia ficción dura en el
siguiente artículo presentado como conferencia en la 3er. Festival
de Ficción y Fántasia de Tlaxcala 1999. |
Ciencia
Ficción Dura: Indispensable para el género
por Irma Amézquita
El año pasado se discutió
en esta convención sobre la ciencia ficción “dura” y “blanda”
sin que hayamos podido ponernos de acuerdo. Decidí ahondar en el
tema para descubrir qué era exactamente la llamada ciencia ficción
“dura” (no me gusta utilizar este nombre; además de prestarse a
juegos de doble sentido, oscurece los múltiples significados de
su acepción en inglés - hard: duro, difícil,
riguroso - ), descubrir sus características y, ahora sí,
sostener una discusión con más bases. Tal vez el resultado
no sea ponernos de acuerdo, pero una buena discusión no se logra
cuando todos los que intervienen terminan pensando lo mismo, sino con el
contraste de hechos y opiniones; el arrojar luz sobre otros ángulos
y puntos de vista.
Mi charla va a dividirse en tres partes:
1. Una aproximación a la cf dura; el género, sus convenciones
y expectativas;
2. Su historia y características; y
3. una conclusión: la cf dura cumple el papel de motor de
la cf. Espero poder cimentar esta afirmación satisfactoriamente.
1.
¿Qué es la cf dura? En un género que no
ha podido obtener ni de editores, escritores, críticos o lectores
una definición que satisfaga a la mayoría, contestar a esta
pregunta es difícil. Pero para fines prácticos, me atengo
a los tres elementos que Joan Bassa y Ramon Freixas encuentran en toda
ciencia ficción: el verosímil, el mito y la ciencia.
Lo verosímil es “una restricción de posibilidades...
un encadenamiento o correlación de una serie de hechos y acciones
(obviamente ficticios, representación de la realidad), de forma
causal, provocando la credibilidad o la creación de una “realidad”
que sea por ello mismo aceptada por el espectador... (El) verosímil...
como apariencia de lo verdadero, es instrumentalizado como coartada de
lo real, imponiendo una impresión de verdad”.
El mito, según la definición de Littré, es “...un
hecho real transformado en noción religiosa... (o) la invención
de un hecho con la ayuda de una idea”.
Para Bassa y Freixas, el mito será el factor que potencia al
verosímil y convierte en coherente y creíble a lo ficticio;
el mito se emparenta con la religión en tanto que un acto de fe
lo hace posible. Y sabemos que, desde hace un siglo, el hombre común
ha depositado su fe en la ciencia.
Así, la ciencia ficción utiliza la ciencia como el soporte
mítico que le otorga verosimilitud al relato; y la cf dura es la
parte del género que apuntala dicho soporte. ¿Por qué?
En la cf dura la forma en que las cosas funcionan es científicamente
plausible, en el lugar y tiempo en que se sitúa la historia. Pero,
aunque se apega rigurosamente a la ciencia, le es permitido dar un salto
más allá y especular (de nuevo, basada en lo que creemos
que es verdad científica). Incluso con historias que niegan en parte
los supuestos de la ciencia, porque, como dice Ursula K. Le Guin, “oponerse
a algo es mantenerlo”.
Por ejemplo, en la novela Brainwave (1954), de Poul Anderson,
desde el comienzo de la historia que tenemos constancia, la Tierra ha venido
atravesando una región del espacio penetrada por una onda cónica
que se propaga desde el centro galáctico, que suprime la actividad
neurológica. Examina los acontecimientos que se desencadenan a nivel
personal y social cuando la Tierra abandona por fin este espacio, y todas
las criaturas vivientes ven cuadruplicada su inteligencia. Esta obra descansa
en el supuesto de que todos nuestros conocimientos previos hayan sufrido
una distorsión motivada por la época y el lugar en que estamos
viviendo.
La cf dura, al igual que la poesía, necesita que nos habituemos
a ella; es un gusto que se adquiere y un placer especial. Como género,
es un conjunto literario con expectativas particulares por parte de los
lectores, y protocolos de lectura que distinguen a ese conjunto de otros
géneros. Para saborearlo, uno debe ser capaz de dominar un conocimiento
básico de las leyes y principios científicos con los que
creemos que opera nuestro mundo contemporáneo. Para que sus lectores
lo sientan auténtico, debe haber principios científicos tras
lo imaginario que pasen la prueba.
Por ejemplo, en el cuento Estrella de Neutrones (1966), Larry
Niven nos da una imagen vívida de lo que se sentiría
si las fuerzas gravitatorias de una estrella de neutrones tiraran violentamente
de nosotros, y luego nuestra nave describiera una órbita tipo boomerang
hacia dentro y hacia afuera de las garras de la estrella. Todo esto basado
en las ideas de los científicos de utilizar los agujeros negros
(nacidos de las estrellas de neutrones) como boomerangs, no para acelerar
a través del espacio normal, sino para impulsar una nave al hiperespacio,
a través de una “curvatura espacial”, según la hipótesis
de que los agujeros negros no están allí, sino que son un
sumidero gravitatorio puro que nos llevaría a un punto lejano del
espacio.
Para definir las características de la cf dura, tenemos que remitirnos
a su historia.
2.
Historia
Desde Brian Aldiss, los estudiosos han situado el nacimiento
de la cf con la aparición del Frankenstein, de Mary Shelley.
Pero no fue hasta los años veinte de este siglo, que la cf fue una
corriente literaria consciente de sí misma y con un público
definido. Si Shelley fue la madre de la ciencia ficción, entonces
su padrino, quien le dio nombre y características de género
fue Hugo Gernsback, el editor de cf por quien se entregan anualmente
los
premios Hugo. El editor de la primera revista de ciencia ficción,
Amazing
Stories, llamó en 1926 scientifiction o ciencificción,
y posteriormente ciencia ficción a lo que, anteriormente, sobre
todo en Inglaterra, se conocía como “romances científicos”
y cuyas figuras destacadas eran y fueron después de esto:
H.
G. Wells, Aldous Huxley, Yevgeny Zamiatin, Olaf Stapledon y George Orwell.
Amazing Stories y cientos de revistas pulp que la imitaban, con apelativos
como “fantástico”, “extraño”, “maravilloso”, eran la sombra
pop estadunidense de estos gigantes, que compartían la conciencia
de estar haciendo algo diferente, opuesto a la corriente general literaria,
al mainstream.
En estas revistas, la relación tan estrecha entre editores y
escritores perfilaba el producto final, así que Gernsback hizo algo
más que darle un nombre al nuevo género, también determinó
en gran parte su estética esos primeros años. Sin embargo,
Gernsback había emigrado de Europa en sus veintes desconociendo
el idioma inglés, así que en su revista -y en las otras-
se podían encontrar relatos con ideas maravillosas, pero escritas
muy pobremente: Gernsback era sordo al estilo y, además, su cuadrilla
de escritores estaba formada por muchachos entusiastas pero no muy cultivados,
muchos de ellos también emigrados, a quienes se les pagaba por centavo
la palabra.
La cf sólo adquirió claridad y consenso con el advenimiento,
una década después, del editor de la ciencia ficción
moderna: John W. Campbell. Éste siguió con el modelo
de cooperación estrecha entre escritor y editor y lo afianzó
aún más: siendo editor de Astounding Stories, el mercado
mejor pagado de la cf, y buen escritor de cuentos bajo el pseudónimo
de Don A. Stuart, tenía autoridad literaria y económica
sobre los escritores. No le fue difícil imponer su postura estética:
en sus editoriales señalaba cuentos escritos por L. Sprague de
Camp y por él mismo como el modelo a seguir por los otros autores
y por la ciencia ficción en general: señaló un tipo
de ciencia ficción más ambiciosa, que luego se conoció
como cf dura, como la única ciencia ficción real, pura y
verdadera. El resto, mantuvo luego, era fantasía.
De su rebaño de escritores surgirían los que serían
conocidos como los tres grandes de la ciencia ficción: Robert
A. Heinlein, Isaac Asimov y Arthur C. Clarke.
¿Cuáles son las características de la cf campbelliana?
a) estilo periodístico,
b) optimismo en la ciencia,
c) personajes planos y
d) cierta ideología progresista que subyace en el fondo.
a) Privilegia la prosa expositiva como el elemento principal,
la tercera persona en tiempo pretérito como la forma dominante,
porque se facilita la lectura y porque permite que la voz omnisciente hable
a favor de los valores del sistema Campbell. Éste, quien había
estudiado física en MIT y Duke, extendía su optimismo en
la ciencia y tecnología a toda la literatura.
b) Alegaba que la cf era más grande y mejor que la literatura
en general porque su dominio, todos los tiempos y lugares del universo,
es más grande. Animaba a sus escritores a intentar predecir inventos,
ciencia y acontecimientos futuros. A pesar de que sus muchachos no lo tomaban
completamente en serio, y de que el mayor crítico de cf de los cincuenta,
Damon
Knight, señalara que incluir el elemento de la predicción
en la estética del género era absurdo, sus lectores buscaban
en sus relatos los elementos que se convertirían en realidad en
el futuro que les tocaría ver.
c) Los personajes son, en cierto sentido, sólo una serie
de figuras convencionales con variaciones menores, hechos para desplegar
la natural superioridad de la inteligencia sobre la irracionalidad y las
emociones. En general, los personajes centrales son los ganadores (el hombre
competente, el ingeniero, el científico, el buen soldado, el hombre
que trasciende sus circunstancias, el inventor: el “individuo Heinlein”
que fue por décadas el modelo para los héroes de la cf moderna).
d) Transmitía también la fe en que el universo
es conocible por entero a través de la ciencia y la tecnología,
en el perfeccionamiento a largo plazo; una fe que combinaba las imágenes
de la evolución con la idea de progreso; una especie de principio
darwinista presente en la cultura de la ciencia y la ingeniería
del mundo occidental de este siglo. Lo que de hecho hizo Campbell fue establecer
un sistema de clases dentro del campo de la ciencia ficción que
reflejaba la cosmovisión de la cultura tecnológica de los
EE.UU. en ese período; los valores de este sistema procedían
del axioma de que el conocimiento es poder y que el único conocimiento
real es el conocimiento científico.
En la cumbre de la jerarquía científica están
la física, la química y la astronomía, cuyas leyes
y saberes son verificables de forma matemática. En el siguiente
nivel se encuentran las ciencias biológicas, porque son en parte
descriptivas o impuras, y finalmente las ciencias sociales: antropología,
economía, ciencias políticas y psicología experimental.
Más abajo, uno encuentra las humanidades: teología, filosofía,
política y arte.
La cf campbelliana encarnaba las fantasías de poder de la cultura
científica y tecnológica de la era moderna y validaba su
fe en la supremacía del conocimiento científico sobre otras
formas del saber; también, mucho de esto era xenofóbico,
elitista, racista y psicológicamente ingenuo. Después de
todo, Campbell, Heinlein y otros maestros de la llamada Edad de Oro tenían
la influencia, para bien y para mal, del extremo chauvinismo de Rudyard
Kipling. Esto último no lo comparte lo que aún se lee de
aquel período, aunque todavía quedan algunos descendientes.
La visión de Campbell se mantuvo hegemónica hasta finales
de los cincuenta; de hecho, el último año en que su revista
ganó el voto popular para el premio Hugo de mejor revista de cf
fue en 1965, el año en que concluyó la publicación
por entregas de Dunas de Frank Herbert. Muchos de los mejores
escritores, como Theodore Sturgeon y Clifford D. Simak, e incluso
el mismo Heinlein se separaron de Campbell muy pronto o escribieron
en reacción a sus opiniones. Otros, como Frederik Pohl, C. M.
Kornbluth y Alfred Bester tuvieron que esperar una década o
más para desarrollarse, hasta el advenimiento de los cincuenta,
cuando aparecieron otros mercados que publicaban nuevos acercamientos y
estilos. Esta nueva corriente fue llamada en su día “ficción
especulativa” por los influyentes editores y críticos Judith
Merril y Damon Knight. Fue en este período, a finales de los
cincuenta, cuando P. Schuyler Miller, en su columna de revisión
de libros en Astounding Stories, acuñó el término
“ciencia
ficción dura”, en contraposición con el nuevo tipo de
cf, que para él, de algún modo se estaba ablandando.
Sin embargo, identificar lo que ahora denominamos cf dura con la cf
campbelliana sería un error. La cf dura tiene raíces más
profundas y anteriores a Campbell.
Ya señalé a Mary Shelley como la madre de la cf, pues
la engendró con su Frankenstein, y a Hugo Gernsback como su padrino,
porque le dio un nombre y características de género, pero
todavía no señalo al que se considera como el padre de la
cf, quien estableció sus temas principales y convenciones estéticas:
H. G. Wells. Si bien parece extraña la cantidad de años entre
Shelley y Wells, es porque no tomamos en cuenta la cantidad de protociencia
ficción o cf prehistórica que se publicaba en
esos años. La primera mención de la palabra “ciencia ficción”
aparece en 1851, en un tratado de poesía de la ciencia del escritor
inglés William Wilson:
“Campbell {el poeta escocés Thomas Campbell} dice que la
‘Ficción en la Poesía no es el reverso de la verdad, sino
su dulce y encantador reflejo. Esto aplica especialmente a la Ciencia Ficción,
en la que se nos dan verdades reveladas por la Ciencia, entreveradas con
una historia placentera que puede ser por sí misma poética
y verdadera, y así, ahora circula el conocimiento de la Poesía
de la Ciencia, vestida con los ropajes de la Poesía de la Vida”.
Nadie usó la palabra de nuevo hasta 1929, cuando Gernsback decidió
cambiar su rimbombante scientifiction, por ciencia ficción,
en su nueva revista Science Wonder Stories; curiosamente, utilizando
ideas similares a las del olvidado Wilson:
“La ciencia ficción no es sólo una idea de tremenda
importancia, sino que será un factor fundamental en hacer del mundo
un mejor lugar para vivir, a través de la educación del público
en las posibilidades de la ciencia y la influencia de ésta en la
vida... Si cada hombre, mujer, niño y niña, pudieran leer
ciencia ficción, habría seguramente como resultado un gran
beneficio para la comunidad... La ciencia ficción haría más
feliz a la gente, les daría un entendimiento más amplio del
mundo, los haría más tolerantes”.
El bibliógrafo Everett F. Bleiler cuenta más de
tres mil novelas y cuentos de cf antes de 1930; en Francia, a las novelas
de Verne y de sus múltiples imitadores se les llamaba “viajes
extraordinarios”; en Inglaterra, a las obras de Edward Bellamy
y otras decenas de autores similares se les denominaba “romances científicos”.
En 1895, el mismo año de la publicación de La Máquina
del Tiempo, de Wells, se editaron 52 obras de cf en inglés;
27 inglesas, 22 estadounidenses, una australiana y dos traducidas del francés.
Los temas eran reducidos pero identificables como cf: viajes extraordinarios
(donde se encontraba a veces a alguna “raza perdida”), historias futurísticas
(utopías, guerras situadas en el futuro, “fantasías escatológicas”)
e historias sobre inventos y maravillas científicas. De toda
esta miríada de escritores, el mejor era Wells, consciente de que
su trabajo era distinto a la concepción de la novela de entonces,
incluso opuesto a las formas literarias y artísticas en boga. ¿Por
qué?
Wells sostuvo una larga y encarnizada lucha contra Henry James
y el movimiento llamado modernista en EE.UU. que éste lidereaba.
Esta batalla, para todo propósito práctico, fue ganada por
James. Wells se convirtió en el escritor más exitoso y popular
de su época, pero al precio de perder influencia literaria y prestigio
a favor de James. De ahí que la ciencia ficción sea considerada
en el mundo occidental como un género menor, y despreciada por su
relación con revistas pulp. Sin embargo, en esos años, primero
con Wells y luego con otros escritores de gran talla, como Huxley, Orwell
y Stapledon, la cf no se quedó como un entretenimiento barato,
sino que evolucionó en oposición a la estética del
estilo modernista, privilegiando la innovación en el contenido más
que en el estilo. James le reprochaba a Wells que, siendo un diamante en
bruto, no puliera su estilo; Wells respondía que, para él,
el estilo no era más que un instrumento para comunicar sus ideas.
Así, debemos ver a la cf dura como anti-modernista (por lo menos
desde los veinte, donde se convirtió en una corriente consciente
y con un público definido). Si bien el modernismo era racional en
su actitud y método, apartaba la vista del conocimiento tecnológico:
“el arte para el bien del arte”. La naturaleza de la realidad, todo el
universo externo se convirtieron en el alimento de la ciencia ficción.
Poe, Verne y Wells proclamaron a la ciencia como nuestro esencial asidero
de la realidad externa; se centraban en lo que la ciencia podía
revelar y hacer; su preocupación no era el carácter humano
en particular, sino la relación de la humanidad con el universo.
Características
[estilo, personajes, condición metafórica, punto de
vista abstracto o divino, generadora de paradigmas]
La prosa de la cf dura es
periodística y evita conscientemente efectos literarios; es la prosa
de la descripción científica. ¿Por qué? Históricamente,
esta es una de las principales técnicas para conseguir verosimilitud
en una literatura que está distanciada radicalmente del aquí
y ahora en la mayoría de los relatos; además, es una ventaja
para el grupo principal de escritores y lectores de la cf dura que tienen
antecedentes científicos o tecnológicos y que con frecuencia
escriben y leen en este estilo. Los principales placeres de la cf dura
no residen en sus efectos estilísticos. Uno puede resumir una historia
de cf dura y comunicar su chispa esencial sin hacer referencia a su ejecución.
Por ejemplo, el resumen del cuento ganador del Hugo Luna Inconstante
(1972)
de Larry Niven: un joven se encuentra con su amada en un balcón
mirando a la luna, como acostumbran hacer los enamorados. Mientras la observan,
la luna se pone cada vez más brillante, y la dicha de los novios
se transforma en miedo y horror mientras el brillo se pone tan intenso
que parece pleno día: saben que una catástrofe está
ocurriendo, porque eso significa que el sol está calcinando a la
otra mitad del mundo y que ellos, situados en la parte oscura, sólo
tienen unas horas de vida. Conforme se acerca el amanecer, los novios pasan
una noche de frenético placer mientras aumenta la tensión...
sólo para descubrir que, cuando raya el alba, la incandescencia
del sol no era producto de una nova, sino de una llamarada solar demasiado
intensa y pasajera. La otra mitad del mundo sí se achicharró,
pero para este lado, todavía hay esperanza.
Pero si bien el estilo periodístico y divulgativo es la norma, no
es la totalidad. La cf dura se renueva constantemente a sí misma.
Jóvenes escritores de la talla de Greg Bear, Gregory Benford
y David Brin se han convertido en sus defensores vigorosos; y los cyberpunks,
en sus reformadores más recientes (en especial Bruce Sterling
y
William
Gibson, que intentaron una fusión de la sofisticación
estilística y atmósfera noir del género gótico
con las preocupaciones tecnológicas y metafísicas esenciales
de la cf dura).
No hay personajes bien redondeados
en la cf dura, porque se reduciría el impacto de la estructura general
que subyace en toda ella: la humanidad contra el universo. El universo
es externo al personaje, éste debe interactuar con el ámbito
externo y al hacerlo consigue o valida su identidad; los personajes representan
o simbolizan a gente común en circunstancias hipotéticas.
Por ejemplo, en La Mano Izquierda de la Oscuridad (1969), de
Ursula
K. LeGuin, el tema central es el enfrentamiento de un humano con una
sociedad hermafrodita, en la que todos los habitantes son susceptibles
de ser hombres o mujeres en su etapa de celo. En ese mundo, no hay cabida
para los estereotipos y roles sexuales, y nosotros, a través del
protagonista, vemos cuestionados todos nuestros prejuicios e ideas preconcebidas
sobre el papel de hombres y mujeres. A pesar de que Le Guin es una excelente
escritora de profundidad psicológica, no sabemos gran cosa de su
protagonista, Genly Ai, porque sus reacciones a sus nociones como la virilidad,
femineidad y el descubrimiento de que desconoce casi todo sobre las mujeres,
el otro sexo que en la Tierra funciona como otra raza, son más importantes
que su personalidad, porque fungen como un espejo amplificador: Genly Ai
somos nosotros.
En este sentido, la cf dura es
una metáfora de la condición humana, una visión más
grande y amplia de toda la humanidad.
¿Cómo se consigue esta visión alegórica?
A través de una mecánica doble: por un lado, los elementos
de la ficción, como la historia, el argumento, los personajes, te
atrapan emocionalmente, mientras que la necesidad de aplicar el conocimiento
científico te aleja intelectualmente. La cf dura nos puede llevar
a un futuro remoto y a una distancia inimaginable del aquí y ahora,
sólo para aprender algo posible o plausible en el aquí y
ahora.
Por ejemplo, en la novela Estación de Tránsito (1963),
de Clifford D. Simak, una pacífica sociedad intergaláctica
formada por cientos de planetas, mantiene su comunicación a través
de estaciones de teletransportación que llevan a sus ciudadanos
a cualquier lugar de la galaxia. La Tierra es un punto estratégico,
pero como no está preparada para integrarse en esta sociedad avanzada
(somos demasiado violentos e inmaduros), los intergalácticos construyen
una estación de tránsito y escogen a un solo ser humano,
digno de confianza, y lo convierten en guardián de la estación.
El conflicto del hombre está entre su papel gratificante como miembro
secundario de una cultura magnífica y su sentido terrestre de la
lealtad hacia su propia especie; con el resultado de que cada vez está
menos dispuesto a admitir su excéntrica vida, necesaria para guardar
el secreto. Esta exploración de lealtades enfrentadas es una muestra
de cómo la cf usa los descubrimientos de la ciencia para motivar
la investigación de los más antiguos problemas humanos.
Esto requiere de una doble concientización en los lectores: la relación
contradictoria entre un involucramiento intenso y un enorme distanciamiento
estético. ¿Por qué una doble concientización?
La cf dura tiene fama de optimista, debido a que los personajes humanos
casi siempre sobreviven a ambientes que son inherentemente inhumanos. Pero
esto no siempre es así.
El ejemplo por excelencia es el cuento Cold Equations ( Ecuaciones
Frías ) de Tom Godwin, en el que un capitán de una
nave espacial se ve obligado a mandar a la muerte a una dulce e ignorante
polizona porque las inflexibles matemáticas le indican que un peso
extra descompensaría la nave: es la chica o el resto de la tripulación.
Este cuento carga un significado profundo y complejo para el lector de
cf dura: simboliza las inexorables, frías e inhumanas fuerzas de
la ley del universo. Por otro lado, J. G. Ballard, en sus novelas
de cf dura contradice la asunción de la cf campbelliana, que decía
que si sabías podías sobrevivir; Ballard te informa con desinterés
clínico que el conocimiento no es suficiente: a largo plazo, en
el universo no hay cabida para la supervivencia del ser humano.
Sin embargo, es cierto que en el fondo subyace una cierta fe en la
ciencia, la fe en que el conocimiento tiene sentido. La ciencia ficción
es una de las expresiones más interesantes y elocuentes de esta
fe.
Por ejemplo, en el cuento Los nueve billones de nombres de Dios
(1953) de Arthur C. Clarke, unos monjes tibetanos piden una computadora
que les produzca todos los nombres posibles de Dios (están convencidos
de que esto haría un mundo más perfecto), una tarea que a
ellos les llevaría cientos o miles de años y a la computadora
unos cuantos meses. Cuando está a punto de acabar, los ingenieros
estadounidenses que ya se alejan montaña abajo, miran el cielo:
“Por encima de sus cabezas, sin el menor aspaviento, las estrellas iban
apagándose”. Aquí las verdades del misticismo son compatibles
con las de la ciencia, las computadoras son un elemento natural y razonable
de la totalidad del cosmos.
Pero el optimismo es más cósmico que individual.
Por ejemplo, en la novela La Guerra de los Mundos (1898) de
Wells, la humanidad es intrínsecamente inferior a los marcianos
invasores, y nos salvamos únicamente por suerte, en un argumento
en el que la naturaleza equilibra la balanza (los alienígenas no
soportan nuestros gérmenes). En Los Genocidas de Thomas
M. Disch, es todavía peor: ganan los invasores extraterrestres
y la humanidad queda reducida a un estado de sabandijas, viviendo en el
interior de enormes granjas extraterrestres, el grupo de protagonistas
consigue escapar y vagabundear fuera de ellas, pero terminan exterminados
como una plaga.
El hecho de que a través de la novela nos anticipemos a hechos tan
devastadores, como lectores en nuestra posición de espectadores
alejados nos da una superioridad intelectual: por lo menos prevemos nuestro
fin o el fin del universo. Incluso hay novelas que trascienden el fin del
universo sin muchos problemas.
Así, la cf dura hace que los lectores tomen un punto de vista
divino. Este es el sentido último del requerimiento de un distanciamiento
estético. La cf dura, es, en este sentido, una literatura neo-platónica
que se refiere implícita o explícitamente a las formas tras
la realidad externa; los principios científicos son la alegoría
de la verdad tras las apariencias, de un sentido cósmico más
grande que el hombre mismo.
Tenemos, entonces, que la cf dura trata sobre la belleza de las ideas.
Es la representación simbólica del asombro ante la percepción
de la verdad, que antes se conseguía con la fe y la religión,
y ahora en la forma del descubrimiento científico: el Eureka. Ya
no importa el aparente optimismo o pesimismo de las obras, sino su esclarecimiento
de nuestra percepción de la realidad, de la conciencia universal
que nos proporcionan.
3.
Por último, la cf dura es la generadora de ideas en el campo
de la cf. ¿Por qué? Por un lado, el género de
la cf es interactivo por naturaleza, en el sentido de que los escritores
leen las obras de su campo y los lectores retroalimentan a los escritores
(a través de fanzines y cientos de convenciones realizadas todos
los años), y es común la reutilización, con variaciones
innovadoras, de las buenas ideas.
Por ejemplo, una de las mejores novelas de la cf de todos los tiempos,
Más
que Humano (1953) de Theodore Sturgeon, está inspirada
en el capítulo de otra novela escrita tres años antes: Los
Humanoides de Jack Williamson. Esta obra trata sobre la toma
benéfica del poder de los androides en el futuro, pero la novela
no está muy bien lograda. Sin embargo, en un capítulo, un
hombre pretende combatir a los robots con un grupo patético de criaturas
lastimosas con facultades psíquicas (Jane, una niña abandonada
y capaz de teletransportarse, un alcohólico telépata, un
delincuente telequinético, y un miope clarividente). El equipo no
logra derrotar a los humanoides, pero pervive en el Homo Gestalt de la
novela de Sturgeon.
Por otro lado, la ciencia ficción en general depende más
del conocimiento de la cf dura publicada en las últimas décadas
que de la ciencia.
Por ejemplo, es ya famosa la confusión de términos entre
los canali en Marte de Schiaparelli y los canals que, en inglés,
suponen la intervención humana. El astrónomo estadounidense
Percival
Lowell, víctima del error, buscó con la mayor testarudez
pruebas de la existencia de vida en Marte. Wells, en La Guerra de los
Mundos, acepta la premisa de Lowell de marcianos inteligentes, los
dota de una naturaleza agresiva atribuida desde antiguo al sangriento planeta
rojo que lleva el nombre del dios de la guerra, y se sirve de las descripciones
científicas de Marte elaboradas por Lowell para extrapolar la naturaleza
y los propósitos de la raza que invade la Tierra. La novela de Wells
es la primera de una larga serie de obras que, basadas en ella, aceptan
la hipótesis de los marcianos inteligentes y la toman como punto
de partida: Una princesa de Marte de Edgar Rice Burroughs,
el Marte de Ray Bradbury, etcétera.
La cf dura sigue generando nuevas traducciones de ideas científicas
y contextos que se convierten en las figuras lingüísticas y
locuciones cliché del resto del género.
Por ejemplo, Larry Niven, en su multigalardonado Mundo Anillo
(1970), utiliza la idea del matemático Freeman J. Dyson,
quien sugirió en 1959 que una civilización, en busca de suministros
de energía, desmantelaría los planetas no habitados colocándolos
en órbita como anillos de Saturno, alrededor de su sol, para captar
las radiaciones a una distancia adecuada al florecimiento de la vida. A
partir de Niven y otros autores de cf dura, se creó la figura esfera
de Dyson, que según el propio Dyson, desvirtúa bastante su
idea original, pero que ya se ha convertido en un cliché del género.
Por su parte, la misma Mundo Anillo es, en su calidad de novela de “construcción
de mundos” hija de la novela de cf dura Misión de Gravedad de
Hal
Clement.
La misma figura lingüística “nave espacial” usada con
soltura por cualquier escritor de cf, necesitó, para ser verosímil,
un desarrollo con rigurosa lógica y estricto apego a los principios
científicos por escritores de cf dura anteriores.
Así tenemos que, desde Wells, la cf dura es el cajón
que suministra ideas e imágenes centrales a todas las otras formas
de ciencia ficción; es el creador de figuras del habla y convenciones
del género.
Decía al principio que si la cf utilizaba a la ciencia como
el soporte mítico que le daba verosimilitud, la cf dura apuntalaba
dicho soporte, y ya vimos cómo.
Debido a que la cf dura es la procreadora de las imágenes e
ideas novedosas, a que algunas de sus obras se encuentran entre las mejores
de la cf de todos los tiempos, a que sigue reteniendo su espíritu
antimodernista y se mantiene ahora, a finales de los noventa, como una
corriente vital a través de obras contemporáneas significativas,
y a que lo mejor dentro de ella sigue siendo un modelo de aspiración
para el resto del género, la ciencia ficción dura es la generadora
de paradigmas de la ciencia ficción. Y como tal, debe seguir viva,
si queremos que el género siga fuerte y creciendo.
¿Por qué es tan importante seguir manteniendo ese cajón
de las ideas científicas? El saber científico no es “mejor”
que otros, pero sí diferente. La diferencia entre las ciencias y
otros conocimientos es la misma que encontramos entre la ciencia ficción
y los otros géneros: tanto las ciencias como la ciencia ficción
hacen un continuo esfuerzo para tomar conciencia de sus opiniones y contrastar
su validez.
El valiosísimo, el indispensable aporte de la cf dura a la ciencia
ficción son esas ideas científicas como instrumentos para
pensar nuestra existencia de un modo distinto, de enterarnos de la saludable
noción, como dijo Heinlein, de que, para bien o para mal, el mundo
cambia. Kurt Vonnegut logra expresar esta idea en forma conmovedora
en labios de su personaje Eliot Rosewater, lector inveterado del género,
que les dice, honesto como todos los borrachos, a sus héroes, los
escritores de ciencia ficción:
“Los quiero, hijos de perra... Ustedes ya son lo único que
leo... Son los únicos con las suficientes agallas para que de veras
les importe el futuro, que de veras notan lo que nos hacen las máquinas,
lo que nos hacen las guerras, lo que nos hacen las ciudades, lo que nos
hacen las ideas grandes y sencillas, lo que nos hacen los tremendos malentendidos,
los errores, accidentes y catástrofes. Son los únicos lo
bastante chiflados como para agonizar por el tiempo y las distancias sin
límite, por los misterios que nunca morirán, por el hecho
de que ahorita estamos determinando si el viaje espacial en los próximos
mil millones de años va a ser el Cielo o el Infierno”.
Algo sobre el autor
Irma Amézquita es licenciada en comunicología.
Pertenece a la planta editorial del fanzine LABERINTO de Guadalajara,
México y es co-autora del primer juego de rol comercializado en
el país: Laberinto, El Juego de Rol.