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Con este artículo da por terminado la serie de dos capítulos dedicados al análisis de la literatura de terror en todas sus vertientes y corrientes. ¿Por que el atractivo de la novela de horror? ¿Cual es el atractivo de un género tan aparentemente desvirtuado como este que atrapa incluso a lo mejor de las letras mundiales? Dejemos que su autor nos de la respuesta.Ultima de dos partes |
Los
caminos del Horror
El Terror moderno
Segunda parte
Por: Luis G. Abbadie
En un principio, la atmósfera lo era todo en el terror; por tratarse de un género casi por completo limitado al ámbito de los cuentos cortos, la caracterización no sólo pasaba a segundo plano, a veces desaparecía por completo; es, en cambio, esencial para la novela. Esto dejó de ser así cuando la aparición de El exorcista convirtió a la novela de horror de excepción en regla. Ahora, la caracterización se ha vuelto indispensable. La clave se encuentra en crear unos personajes sólidos y tridimensionales, convenciendo al lector de su “realidad", inspirando simpatía en él; hacer que los comprenda, estime, se preocupe por ellos. Y si se preocupa por ellos, cuando el horror comience, el lector sentirá lo que ellos sientan.
Stephen King nos ha dado el modelo
para la novela de horror, del mismo modo que Lovecraft nos
dio el modelo ara el cuento de horror medio siglo antes, y este modelo
-que vemos repet ido en un gran número de autores contemporáneos,
como T.E.D. Kleln, John Sklpp & Craig Spector,
Dean R. Koontz- consiste en algo que, de hecho, se remonta a la
serie de Rod Serling Dimensión desconocida
(Twilight Zone): colocar a personas ordinarias
en situaciones extraordinarias y observar sus reacciones. Podemos
ver que muchos autores no pertenecientes a un género específico,
hacen exactamente lo contrario: poner a personas extraordinarias en situaciones
ordinarias. Los ejemplos van desde El idiota, de Dostoievskl,
hasta El Lobo Estepario, de Hesse. Y este es,
según creo, el motivo del auge de ventas del horror contemporáneo,
que tanto ha minado su "respetabilidad": el público amplio -la gente
de la calle, digamos- puede comprender, e identificarse con, personajes
que son tan ordinarios como ellos mismos; en cambio, un individuo extraordinario,
que se conduce en la vida con parámetros distintos, como un lobo
estepario, un inadaptado social, ya sea que traciende o es aplastado por
ella, no va a ser no va a ser asimilado por quienes carecen no sólo
de dicha calidad extraordinaria , sino también de la inclinación
por los juegos intelectuales de un conocedor de literatura.
En el horror también solemos encontrar
a personajes extraordinarios, por supuesto; pero la razón de que
predomine el protagonista ordinaro es que en una obra, por ejemplo, El
Lobo Estepario, el objetivo de la novela se encuentra en explorar esa
personalidad extra con el mundo cotidiano, cuestionando éste por
tales medios; en cambio, una novela de horror no busca analizar un
personaje extraordinario sino las reacciones de las personas normales al
enfrentarse a lo terrible.
Semeterio de mascotas (Pet
Sematary) de Sthepen King, por ejemplo, nos muestra
una familia que sirve de ejemplo para explorar las diversas maneras de
afrontar la muerte en la cultura norteamericana, desde su trivialización,
hasta la hipocresía de las normas sociales fúnebres, y la
actitud ante ella de diversas personas de acuerdo con sus experiencias
personales. El mundo cotidiano es cuestionado no por ser visto fuera
de perspectiva, sino quebrantando sus cimientos, convirtiéndolo
en una máscara que oculta una realidad desconocida.
Lovecraft sostiene que no hay nada
más aterrador que las violaciones de las leyes naturales por una
fuerza o fenómeno totalmente desconocido; mientras más extraño,
incomprensible y ajeno a nuestro ámbito de experiencias sea ese
horror, más intenso será su efecto. Esto es cierto,
pero, por desgracia, muy limitado, porque se necesitan una sensibilidad
e imaginación particularmente intensas para apreciar este tipo de
horror. Una mente menos imaginativa piensa lo contrario, que mientras
mas extraño sea el horror, menos efectivo será.
Ilustremos esto: si alguien escribe una historia
acerca de un hombre lobo, o una araña gigante, el lector con la
perspectiva de Lovecraft despreciará el texto, diciendo que se trata
sólo de cosas físicamente horribles, que dan el rrn'smo miedo
que cualquier animal salvaje. En cambio, si un lector que considera
terrorífico al hombre lobo o a la araña gigante lee una historia
de corte lovecraftiano, donde el horror consiste en una entidad multidimensional
que es imposible mirar directamente y el cerebro se niega a asimilar, dirá
que es ridículo, porque hace falta algo mas cercano a su campo de
experiencias para poder comprenderlo y asustarse por ello.
Por otra parte, tenemos una corriente de pensamiento
totalmente independiente, que se basa en la teoría de Sigmund
Freud sobre lo siniestro, o Unhelmllch, palabra alemana
de traducción incierta (algo así como 'lo no- familiar').
Freud sostiene que la cúspide de lo siniestro consiste en algo que
nos es profundamente familiar y, simultáneamente, nos es completamente
extraño. Como dice Alfonso Sastre para ilustrar
esta teoría: “En el sueño, es la tía Julia y
es un ser extraño”. Como El exorcista, de Blatty,
donde la madre sabe que Regan MacNeil es su hija, y sin embargo no lo es.
Así,
pues, Lovecraft sostiene por una parte que el horror absoluto es lo desconocido
absoluto, mientras Freud nos dice que el horror definitivo es aquel que
nos con-duce hasta lo más familiar e íntimo. El verdadero
camino del horror quizá se halle en un punto intermedio. Lo
desconocido e incognoscible también es indefinible e indescriptible,
como muchas veces se quejó Lovecraft; por lo tanto, él mismo
recurria a analogías con lo conocido para describir lo desconocido,
lo que es también, dicho sea de paso, un proceso natural de nuestro
cerebro. Como dice Andrew Wheeler, "lo relativamente
desconocido, que incorpora aspectos de lo insólito fa-miliar, es
la regla general de la ficción de horror”. El punto de
Lovecraft era que la diferencia entre estas criaturas horrendas y nuestra
realidad cotidiana es lo que nos hace temerles. Sus descripciones
de ellas obviamente se derivaban de la biología terrestre, pero
si lo totalmente desconocido pudiera ser definido, dejaria de ser desconocido.
Sin embargo, lo familiar jamás puede ser tan aterrador y avasallador
como lo totalmente nuevo, o incluso lo en su mayor parte nuevo.
En cuanto a la otra postura mencionada, la defensa
de lo gráficamente horrible, como un hombre lobo, una araña,
un cadáver putrefacto, añade Wheeler: "Uno es impactado
por lo insólito, pero lo horrible produce una reacción más
fuerte, más emocional. Considerar algo insólito es
una reaccion intelectual; considerarlo horrible es una reacción
vísceras. Es obvio cuál está más arraigada
en la psique humana".
La clave de la literatura de horror es la incertidumbre.
La obra debe confundir los límites entre lo real y lo fantástico,
al grado de que el lector sea incapaz de distinguir con certeza lo uno
de lo otro. El horror pretende nada menos que derribar la estructura
conceptual del universo que es tomada por verdadera por el lector, arrancar
de raíz todas las leyes naturales, y reemplazarlo todo por un universo
vasto, oscuro y desconocido. Destrozar la realidad y volverla a armar
como rompecabezas, como ha dicho Clive Barker.
Para lograr esto hay varios métodos, y
por eso el ho-rror ha sido clasificado de maneras muy diversas. Examinemos
algunas.
David G. Hartwell hace tres grandes
subdivisiones del horror:
1. ALEGORÍA MORAL
Estas historias se ocupan de la intrusión de lo sobrenatural y maligno de la realidad, los efectos del caos al invadir el universo ordenado (El exorcista, de Blatty; La profecia, de Seltzer; Otra vuelta de tuerca, de James; Historia de fantasmas, de Straub). Estas historias suelen confirmar la realidad del Bien y del Mal; aún si se regodean en los sucesos demoniacos, son de una moralidad inquebrantable, y por tanto son las más populares entre el público en general.
2. METAFÓRA PSICOLÓGlCA
La psicología aberrante puede representarse de forma puramente sobrenatural, como en Drácula, o puramente psicológica, como en Psicosis. La clave es el monstruo, el ser anormal en medio de una sociedad normal: Frankenstein, de Shelley; Psicosis, de Bloch; Drácula, de Stoker; Misery, de King; El muñeco que se devoró a su madre, de Campbell; El silencio de los corderos, de Harris. Una gran parte de la moderna corriente llamada splatterpunk, que inició David J. Schow, corresponde a esta categoría.
3. LO FANTÁSTICO (término inexacto que yo sustituiria por LO AMBIGUO)
En esta categoría es precisamente la ambigüedad
lo que impera.
A menudo hay un suceso fantástico, pero
nos enteramos de él de manera indirecta; otras veces, nunca se nos
dice qué sucedió o, incluso, si sucedió. Elementos
esenciales pueden quedar sin describir, de modo que, por ejemplo, no sabemos
si hubo o no un fantasma en realidad. El conflicto no es el de explicación
racional contra explicación fantástica; una u otra serían
explicación, pero en esta categoría no hay explicación
alguna. Simplemente, se remueven los cimientos de lo fantástico.
Estos relatos sólo se ocupan de percibir una realidad trastornada,
sin conducir necesariamente a un clímax de revelación o explicación;
el lector acostumbrado a relatos más evidentes se desconcierta.
Por eso es el tipo de horror menos leido; algunos dirían incluso,
en su confusión, que no es horror. (El golem, de Meyrink;
"El hombre de la multitud", de Poe; "El pueblo
blanco", de Machen; muchos relatos de Robert Aickman,
Joyce,
Carol Oates, Ramsey Campbell y Dennis Etchison).
Acabo
de mencionar el splatterpunk; aclaremos esto. Dentro del horror
contemporáneo existe una serie de “escuelas" o "corrientes" con
determinadas características. Una de ellas es la que algunos
denominan tradicional, por ser la que representa con mayor exactitud las
caracteristicas clásicas del género, encabezadas hasta hace
poco por Stephen King. Aquí encontramos también
a autores como Charles L. Grant, Peter Straub, Tanith Lee, Michael
J. Bishop, Ray Bradbury.
El "Nuevo terror"
o "Nueva ola",
nace con Clive Barker. Consiste en abandonar por completo
toda sutileza, hacer volar las vísceras y demorarse en las metamorfosis,
transmutaciones y mutilaciones del cuerpo humano. Se enfoca de la
manera más gráfica y literal en ese otro axioma del horror
que es el de "romper tabúes". Barker se define a si mismo
como un buscador de excesos; pero es un hecho que, si dejamos a un lado
las reglas del horror, el resultado no será horror, por eso, salvo
excepciones notables -como "La madonna"-, las obras de Barker son
más bien violentas fantasías.
Muy ligada con esta corriente está la
del splatterpunk, que es la que con más precisión
se aproxima al concepto prejuicioso del horror que el vulgo se ha formado
a partir de una oleada de peliculas de dudosa calidad. El asesino
psicópata de la sierra eléctrica corresponde aqui: la sangre,
violencia y mutilación gráfica y detallada caracterizan al
splatterpunk. Lo que no implica que una película absurda como
Viernes
13 sea splatterpunk. La sangre y el gore son las decoraciones
externas de un subgénero bien desarrollado que busca denunciar la
decadencia y corrupción de la civilización moderna, los bajos
instintos del ser humano (David J. Schow, john Skipp & Craig
Spector, Rex Miller).
El horror urbano es más sosegado, más "tradicional". Se centra sobre todo en explorar la alienación de la vida en las ciudades. Ramsey Campbell y Dennis Etchison son los principales exponentes. Aunque en años recientes, una rama del horror urbano se ha entremezclado con el splatterpunk, debido a que se ocupan del mismo tema con procedimientos no siempre tan distintos. En todo caso, la clasificación, aunque práctica, no es mas que una conveniencia subordinada al gusto y a la opinión personal.
El horror cósmico se dedica principal -pero no exclusivamente- a mantener convida los famosos Mitos de Cthulhu, esa cosmogonia macabra creada por el Circulo Lovecraft. En esta corriente, aún más que en las otras, la proporción del material de calidad en comparación con el que carece de ella es lamentable, porque, siendo el horror lovecraftiano el más difícil de asimilar y comprender, también es el más fácil de malinterpretar. El principal error consiste en “confundir al mensajero con el mensaje". Muchos autores creen que basta con mencionar los nombres exóticos de Lovecraft, o hacer referencia a misteriosos libros prohibidos como el Necronómicon, para hacer un cuento de horror cósmico. Pero no. Una cosa son los elementos ambientales que adornan los Mitos de Cthulhu y otra, muy distinta, la esencia terrorífica de un cosmos caótico e indiferente y la insignificancia del ser humano ante e que constituyen las bases del horror cósmico. Entre los más notables representantes contemporáneos están T.E.D. Klein, Robert M. Price, Ramsey Campbell y, en ocasiones, Stephen King, Arthur C. Clarke. En el otro extremo, entre quienes cultivan los elementos y no la esencia, están Brian Lumley, Emiliano González, Lin Carter y mil más.
El terror psicológico, o suspense. Hasta hace poco, esta corriente -inicialmente llamada cuentos crueles- era considerada algo independiente del horror. Por lo mismo, es la menos desconocida y desdeñada por los ajenos al genero. Toda la escuela de Hitchcock, en su faceta más psicológica y menos policiaca, encaja aqui; Thomas Harris; Robert Bloch; algunas de las novelas recientes de Stephen King.
El
nuevo gótico americano. Antes
de definirlo, aclaremos la terminología. Ya he mencionado
la literatura gótica de los siglos XVIII y XIX; actualmente existe
algo llamado novela gótica que, aunque tiene ambientes misteriosos
y dramáticos y más de un fantasma, tiene MUY poco o nada
que ver con él horror; me refiero a esas novelas de ambiente victoriano,
esos romances sombríos escritos casi siempre por y para mujeres
(asi como mujeres eran la mayoría de las lectoras del gótico
original), que tienen más que ver con Victoria Holt que con Ray
Bradbury. Pero el nuevo gótico americano es otra cosa.
El nuevo gótico americano tiene los siguientes
elementos:
Descartemos de una vez la novela
esotérica; ésta definitivamente
no es horror. El ocultismo siempre ha sido una magnifica fuente de
material para el horror sobrenatural, pero las novelas esotéricas
suelen ser escritas por y para aficionados al ocultismo y para la divulgación
de éste.
Alguien que cree plenamente en lo sobrenatural
nunca podrá escribir una novela de horror convincente, pues para
él estos fenómenos son cosa de todos los días y jamás
podrá describirlos con el grado de asombro, perturbación
y ominosi dad de un escéptico que los ve, en cambio como una espantosa
violación de las leyes del universo. Por otra parte, al tratar
temas de ocultismo, hay que mantener el "lenguaje técnico" o terminología
ocultista en un mínimo puesto que ésta arruina cualquier
elemento de extrañeza que pueda poseer el relato. La entidad
nebulosa que nuestro protagonista vio pasar, fétida y luminiscente,
desde su ventana, deja de impresionarnos cuando aparece un "detective de
lo para-normal" y nos explica que se trataba de un Elemental de la sexta
dimensión, que suele alimentarse de emociones negativas. Es
como si nos estropearan el asombro de ver a un reptil desconocido mostrándonoslo
en un catálogo del zoológico. Si está clasificado,
ya no es desconocido; y si es conocido, ¿por qué temerle?