En el mundo del principio de la hecatombe, cuando el peligro del hongo atómico parece aminorado, los escritos de los auotres de ciencia ficción se han visto convertidos  de repente, de meras fantasías a terroríficas profesías de lo que puede venir. Ya nadie se burla de la ciencia ficción, su ojo mira lejos y advierte lo que puede ocurrirnnos de no dentener nuestra carrera de muerte.
LOS ESCRITORES DE CIENCIA FICCION EN LA MARCHA POR LA PAZ
Por: Vladimir Gákov

EL SUEÑO  DE LA RAZON

Vi por primera vez el triptico de Akop Akopidn en Ereviin, capital de la Armenia Soviética.
... Multitudes humanas llenan todo el espacio hasta el horizonte, un verdadero mar humano se desborda inundando la dudad, sus calles, plazas, talleres de filbricas. Esa masa humana, inm6vil y silenciosa, entrafia algo temible; la severa gama negro-gris-parda, caracteristica para los tres lienzos, emana un frio incomprensible. La memoria sugiere: son los mismos tintes que utiliz6 Picassoen su Guernica.. . Só1o despu6s de contemplar fijamente los lien zos de Akopidn uno se da cuenta qué es lo que en ellos produce impresion de espanto: La ausencia de hombres. Lo único que se ve es ropa: chaquetas, camisas, vestidos, impermeables, que conser van los contornos de los cuerpos humanos, los restos del calor de quienes se evaporaron sin dejar rastro y a quienes no les alcanz6 el tiempo para...
El triptico se llama ¡No! a la bomba neutrónica. Titulo bien cornprensible sin necesidad de explicaciones. Aparece intacta la "segunda naturaleza", la creación de la razón y de las manos humanas: casas, fábricas, incluso raros arbolitos, plantados en medio de las aceras. Pero faltan los propios "creadores".
¿Se puede imaginar un simbolo más terrible? Pero, en la impresionante manifestación de protesta contra la demencia nuclear participan también otras obras de la razón humana: los libros. Aquellos libros que previenen, que tocan a rebato, que no nos dejan relajarnos en nuestra autosatisfacción. Los libros que prevén. Actualmente, sobre el peligro atómico ya se ha escrito mucho.
Pero por muy variados que sean los libros que tratan este tema, confiamos en que sus autores pronto llegarán a una misma tesis: para la humanidad de nuestros dias lo mds fundamental es sobrevivir. Es el problema primordial, de cuya solución depende si tendremos tiempo para solucionar los demás problemas humanos.
A los auténticos artifices de la palabra siempre los distinguió una acentuada sensibilidad para con los dolores y penas del siglo, lo que confirmaron convincentemente los foros internacionales de escritores celebrados en los ailos 80. La Haya, Colonia, Sofia... en este "triingulo de responsabilidad" se formo la opinion común de los literatos del planeta: hoy en dia, el mantenerse al margen de lo que acontece no es simplemente indigno sino comparable al suicidio. Cada vez con más frecuencia los escritores participan en mitines antibélicos, forman en las columnas de manifestantes y escriben articulos de temas puramente civicos. ¿Quizás a las musas les haya llegado la hora de aprender periodismo para poder dirigirse directamente a centenares de millones de hombres? Mientras aún queda tiempo, mientras aún no se han puesto a "hablar" los cañones, ¡ y menos mal si sólo son los cañones!
Los escritores recurren al periodismo también porque la mernoria humana afín no dispone de palabras ni de comparaciones para describir de manera real, en imágenes artisticas, aquello que la humanidad nunca ha experimentado. La única -experiencia local- de Hiroshima y Nagasaki que conocemos no da idea ni de una infima parte de lo que planean en la quietud de sus despachos los dementes, para quienes " hay cosas más importantes que la paz".
iDemencia. Precisamente eso: no es politica, ni "estrategia", ni negociaciones desde las posiciones de fuerza, sino demencia. Para 1990, únicamente Estados Unidos planea poseer un arsenal nuclear estratégico equivalente a unos 12 millones de kilotones de trilita, o sea, cerca de un mil1ón de hiroshimas. En Hiroshima fueron destruidas de 70 a 100 mil personas. Y ¡ cuántas perecieron después a causa de la radiación!. Dentro de unos seis años, seguramente bastarán bombas para liquidar unos cien o doscientos mil millones de habitantes de la Tierra.
Pero, ¿para quién se están preparando todos esos kilotones? ¿Qud imaginación delirante engendró esa cantidad de adversarios potenciales? ¡Es que tal cantidad nunca existió en la Tierra! Y sólo en "el sueño de la razón" ( según la expresión del gran Goya) pudo engendrarse la palabra-monstruo de nueva cuña: overkill, traducida muy complicadamente como "coeficiente de aniquilaci6n multiple de la humanidad". ¡Como si pudiera ser aniquilada dos o tres veces!
A veces las cifras son tan terribles que la razón cede ante ellas, se desconecta en una reacción defensiva peculiar.
Pues, en caso de estallar todos esos diez kilotones elevados a una potencia X, empezará tal pandemónium que al momento perderán su significado las palabras desde antaño tan impresionantes como hecatombe, juicio Final, Apocalipsis e incluso el fin del mundo, que lo abarca todo... Sin embargo, el mundo quedará. El planeta radiactivo durante mucho tiempo irradiará al espacio cósmico su mortecina luz verde-amarilla. Una llama eterna sobre la fosa común de la civilización que no supo dominar a los demonios internos de la autodestrucción, según la expresión de uno de los más conocidos escritores de la ciencia ficción moderna: Arthur Clarke.

POR EL LLAMADO DE LA CONCIENCIA

Clarke visitó nuestro pais en verano de 1982, viaj6 a Moscú y Leningrado, se reunió con sus lectores, con cientificos, cosmonanuta y, por supuesto, con sus colegas. Fue entonces cuando pronunció las palabras acerca de los "demonios internos de la autodestrucción". Respondiendo a la pregunta de cómo se representa el futuro,el escritor repitió, en pos de Ray Bradbury: Ante todo, tengan presente que nosotros no describimos el futuro, sino lo prevenimos.
Al decir "nosotros", tenia en cuenta a los escritores de ciencia ficci6n.
Si es que la humanidad empezó a sentir la necesidad de las imágenes de lo que "nunca existió", cuadros que, quisiera creer, ninguno de los terricolas jamás verá personalmente, quiere decir que ha llegado la hora de la ciencia ficci6n.
No se trata del deseo, de satisfacer la curiosidad ociosa de alguien, sino de una necesidad vital. Claro, que nadie le traerá a la humanidad un futuro pacifico, el único posible, en la palma de la mano. Tenemos que edificarlo todos juntos y juntos defenderlo. Y, ya que surge el problema de la defensa del futuro, tenemos que conocer sin falta los peligros que lo amenazan.
La previsión cientifica les incumbe, sin duda, a los hombres de ciencia. Los escritores de ciencia ficci6n só1o pueden, a modo de radar, orientar el pensamiento humano de avanzada a los objetivos-antimundos convencionales. Ni que decir tiene que es una tarea de gran responsabilidad eliminar las variantes indeseables e incluso mortalmente peligrosas. La ciencia ficción, hay que hacerle justicia, cumple bien con su cometido. De eso hablaremos a continuación.
La fantasia, según dijera Lenin, es "calidad de un valor inapreciable" que puede sacar de un apuro también a los escritores realistas, sobre todo cuando hay que desplazar los marcos acostumbrados y añadirle la realidad algo que no tiene, pero que puede tener.
Leonid Leónov, uno de los destacados prosistas soviéticos, en una oportunidad señaló proféticamente: La literatura deberia recargarse de un trabajo mucho mayor en el sentido de la exploración m u l t I l a t e r a l ( el espaciado es mío, -Vl. G.) del futuro... No hay nada más peligroso que no prever los posos fatales, al modo de pozos de lobo, que nos esperan por delante y que, por distracción, algunos de los planificadores a veces no señalan en los itinerarios-. Y Leónov no era un escritorde ciencia ficción, sino un escritor realista que atendió a la imperiosa llamada de la fantaciencia (es autor del brillante panfleto-guión cinematográfico "antiatómico" - La huida de mister Mac Kinley). Y no fue el sólo...
He aqui un solo ejemplo rnagnifico:
Todavia no se ha inventado un compuesto quimico que pudiera matar "humanitariamente" los efectivos del adversario y que, después de evaporarse instantáneamente, pudiera dejar intactos los sembrados, las ciudades y las fábricas para él ejército en ofensiva. Todavia no existe tal arma, pero una de estas obras de la incansable razón humana fue descrita por el conocido escritor realista húngaro Lajos Mesterházi en su relato de ciencia ficción Una pesca magífica.
Aunque, ¿se trata en efecto de ficción, de algo fantástico? Ya han dejado de sorprendernos los argumentos a favor de un arma nuclear "humanitaria", al igual que ya no nos sorprenden las imágenes de los creadores de tal arma, por ejemplo, la del muy real Samuel Cohen quien, en las páginas de los periódicos, pregona su criatura neutrónica. Sin embargo, nos sigue torturando el enigma de la personalidad de los Cohen de esta calaña, se tienen ganas de penetrar, a través de la palabreria de estos aritmómetros andantes, en sus almas (si es que la tienen).
Mesterházi delimita en su relato dos planos: el primero, acentuadamente costumbrista, descrito con todos los matices, pero que, sin embargo, es ameno e incluso sobrecogedor, y el segundo, de fondo, que sólo aparece punteado por las réplicas, por frases a medio decir y por detalles dispersados con gran talento. Los dias ordinarios y aburridos pasados en comisión de servicio y apuntados en el diario del investigador: la instalación del campamento-poligono, la realización de una nueva serie de experimentos, el aanálisis de los resultados. Só1o una cosa "La magnifica pesca" hace más llevadera. la vida en el polígono, en la que son aburridas incluso las conferencias de capacitación que se leen para los especialistas: sobre la naturaleza de la guerra, sobre las "tablas atómicas" (por analogia con las tablas de ajedrez), sobre la nueva superarma que se experimentó en el polígono.
Los protagonistas logran el éxito. Antes de abandonar el campamento-polígono organizan un banquete de despedida, brindan por los futuros premios, por el aumento del presupuesto para los experimentos futuros. Futuro, futuro... Del futuro hablan quienes acaban de hacer todo lo posible para destruirlo.
Lajos Mesterhizi vivió en Hungria; Pavel Vezhinov vive en Bulgaria; Leonid Leónov y Chinguiz Aitmátov viven en la URSS; William Golding vive en Inglaterra; Friedrich Dfirrenmatt en Suiza; Nuevil Shute en Australia; Kobo Abe, en Japón, Robert Merle y Pierre Boulle, en Francia; Kurt Vonnegut, Gore Vidal y Bernard Malamud, en Estados Unidos... Nótese que la mayoria de estos escritores emprendieron su primer viaje al poco conocido por ellos País de la Fantasia, impulsados precisamente por el sentimiento de alarma, de la alarma atómica.
Quiere decir que la ciencia ficción puede y debe hacer algo, si incluso los escritores realistas se sintieron movilizados atendiendo al llamado de su conciencia.

EL ULTIMATUM

¿ Qué decir, pues, de los que consagraron a la ciencia ficción toda su vida ?
Los escritores que cultivan este género se encuentran en las primeras filas de la grandiosa marcha por la paz que avanza por todo el planeta, por sus ciudades y aldeas. A ellos prestan oido como a veteranos fogueados, ya que fueron casi los primeros en emprender la marcha, en todo caso, mucho antes de que otros se dieran cuenta del peligro...
"Después de las explosiones atómicas, todas las demás desavenencias internacionales parecieron perder importancia... Porque comprendimos perfectamente que esas bombas y armas aún más terribles, que sucedieron a las primeras, pueden destruir en un santiamén todo lo creado por la humanidad y romper todas las relaciones existentes entre los humanos", escribió Herbert Wells en su novela El mundo liberado, que vio la luz en 1914, en los albores del siglo que solo en sus mediados obtendria el calificativo de "atómico". Wells ya preveia el carácter global terminante terminante de la futura guerra. En efecto, se trata de unultimátum: o una cosa o la otra. No puede haber una tercera proposición. ¡Cuesta trabajo creer que lo comprendieran hace 70 años
A la humanidad civilizada no se la puede asombrar con las guerras ya que, en su totalidad, vivió pocos años sin ellas. Sin embargo, únicamente en vida de las generaciones presentes el problema adquirió su aspecto actual, el del ultimatum.
Los escritores de ciencia ficción progresistas del mundo entero en más de una ocasión tocaron a rebato. EI lector soviético conoce bien los magnificos libros como Los astronautas, deStanislaw Lem; Fahrenheit 451', de Ray Bradbury; E] planeta de los simios, de Pierre Boulle, y los más recientes como Maleuil, de Robert Merle; E1 matadero ntimero 5 y Cuna para el gato, de Kurt Vonnegut, y Supertarea, de Peter Zsoldos.
También la ciencia ficción soviética tocó y sigue tocando incesantemente a rebato, puesto que cree una tarea comiún, omnihumana, preservar el futuro para la humanidad. Incluso extrañaria si la literatura del pais que sólo en la última conflagración mundial habia perdido más de veinte millones de ciudadanos suyos se mantuviera indiferente o irreflexiva ante el peligro de una nueva guerra...
En 1957, cuando en el mundo acababa de difundirse la palabra rusa "Sputnik", vio la luz La nebulosa de Andrómeda, de Iván Efrémov. En el centelleante mundo utópico del futuro, en el mundo del bien, el humanitarismo y el trabajo creador, la palabra "guerra" quedó por completo en el olvido. Sin embargo, la novela comienza con la descripción de un alarmante cuadro: una nave estelar, procedente de la Tierra, en espera de otra nave cósmica, vuela alrededor de un planeta muerto. Ahora muerto... ¡ Por algo el célebre escritor y pensador soviético prologó el viaje por su Utopia con este alarmante episodio-prevención¡
Según la difundida opinion de los criticos occidentales, a la ciencia ficción soviética le está terminantemente prohibido referirse al tema del peligro atómico. Entretanto, de citar únicamente a autores como Kir Bulichov, Ilyd Varshavski, Anatoli Dneprov, Mijail Emtsev, Ereméi Parnov, Iván Efrémov, Alexandr Kazántsev, los Strugatski, quienes dedicaron a este tema varias obras suyas, creemos que la lista será convincente hasta para los escépticos más empedernidos. En la ficción cientifica soviética no hubo ni habrá jamás avalanchas de pesadillas atómicas comerciales que congelan el alma por su pesimisrno y en las cuales un gigantesco hongo atómico planetario se concibe como cierto resultado natural. Los autores soviéticos confian en que previenen a los vivientes y en aras de los que vivirán.
No es de sorprender que justamente él escritor soviético Ereméi Parnov, copresidente del Comité Europeo de escritores de ciencia ficción, se dirigiera a sus colegas del mundo entero, con el llamamiento de incorporarse a la lucha por la prohibición del arma neutrónica. En su relato ¡Devuelvan el amor!, escrito en colaboración con Mijaíl Emtsev a mediados de los años 60, cuando todavia el amplio público lector no conocia las palabras "bomba neutrónica", Parnov fue uno de los primeros en prevenir contra el mosntruo neutrónico
Los escritores que piensan en el futuro, los verdaderos humanistas, no se saborean las pesadillas para complacer al público sino que las describen en aras de la vida, para confirmarla y defenderla.
Cuando aún no se conocian las doctrinas de "la guerra nuclear limitada" ni se discutian con escrupulosidad académica los méritos de una bomba neutrónica "humanitaria", los más perspicaces ya iban comprendiendo con dolor que la guerra nuclear seria limitada en el sentido de que limitaria, enmarcaria con luto a la propia civilización humana. Y el "hurnanitarismo" de esa guerra se expresaria en que los que quedaran con vida (si es que sobreviven) envidiarian, a los que sucumbieron.. .
En nuestros dias esto es para todos evidente. Por eso cada vez mayor número de escritores de ciencia ficción apartan algunos de sus planes y se concentran en lo principal y, quizás, lo único.

LA CIENCIA FICCION EN LA LUCHA POR LA AUTENTICIDAD

Son distintos los destinos de los que avanzan en las columnas de la marcha por la paz. Ante Kurt Vonnegut el fantasma del Apocalipsis apareció todavia en los años 40: justamente entonces el joven soldado, caido prisionero de los alemanes, fue testigo de la terrible incursión aérea en Dresde de los propios norteamericanos. Un cuarto de siglo, después, Kurt Vonnegut describiria sus emociones de aquella época en Matadero 5 o La Cruzada de los Niños, novela que le dio fama y fue muy oportuna en el año 1969, cuando por doquier se hablaba de Vietnam.
Vonnegut descubrióel carácter absurdo de la guerra en todos sus libros. No pudo ni quiso dejar de revelar su rnemoria, su conciencia enferma, mutilada por las visiones del juicio Final atómico. Al igual que el de Till Eulenspiegel, de Charles de Coster, cl corazón de Vonnegut no lo dejan tranquilo las cenizas de los sucumbidos. Al describir el Dresde derruido y dolorosamente callado en Matadero 5, el mundo, también callado, cubierto por el "hielo-9" en Cuna de Gato, así como el ambiente de uno de sus primeros libros, la novlea Las Sirenas de Titán , Vonnegut, con una pasión encubierta de cierta ironia, descubre la esencia absurda y antihumana de la guerra.
Este artículo en modo alguno pretende hacer una resefia criticoliteraria de la fantaciencia universal. Tenemos un cometido completamente distinto y, para cumplirlo, tomemos de la novela de Kurt Vonnegut Las Sirenas de Titán sólo un episodio demostrativo:
El libro describe la incursión en la Tierra de los marcianos, quizás la más absurda de las descritas anteriormente por los escritores de ciencia ficción. Los soldados-autómatas, después de haber sido expuestos al lavado del cerebro, llegan a ser presa sumisa de los cohetes terrestres. Los vencedores terricolas, luego de "destruir" -victoriosamente- las últimas unidades de desembarco que consistian por entero de mujeres y niños, se dan cuenta, aunque demasiado tarde, de lo que ha ocurrido en efecto. El instigador de esta grandiosa carniceria es un "mesias" de nueva cuna que decidió de tal manera averconzar a la Humanidad y, en base al arrepentimiento general, fundar una religión nueva: "La iglesia del Señor extremadamente indiferente".
Asi pues, sacrificar en aras de una paz eterna a decenas.de miles de victimas inocentes. . . ¿Es un absurdo? Quíen sabe...
Decenios atrás, cuando acababa de salir la novela, todo esto podia parecer un delirio. Pero no asi en nuestros días, cuando muy en serio se discute la estrategia del golpe nuclear demostrativo, el cual, dizque, hará entrar en razón a la parte contraria atrayéndola a la mesa de las negociaciones sobre el desarme, si bien no se calcula el número de victimas de este experimento demostrativo (verdad es que a Dios no se deja de apelar con el mismo celo de siempre).
Sin embargo, resulta que la ciencia ficción progresista, a más de prevenir y protestar o, con una ira biblica, llamar y suplicar a sentar cabeza, puede tambien ridiculizar o provocando legitima perplejidad en los lectores fijar su atención mediante la "demencia" ostentativa en los muy reales dementes que lo circundan.
Kurt Vonnegut se incorporó a las columnas de la marcha por la paz, diriase, afin en la época de la guerra. ¡Lo mismo que el ing1és William Golding y los escritores soviéticos Sever Gansovski y Arkadi Strugatski (éste filtimo, aunque todavia era muy joven, presenció la época de la derrota definitiva del japón militarista). Mientras que su colega menor Joe Haldeman, uno de los más conocidos escritores de ciencia ficción norteamericanos, participó en la guerra de Vietnam, terminada no hace mucho. Regresó de ella herido y con la firme convicción de que habia llegado la hora de terminar con las guerras en general. Más tarde, recopi1ó una antologia con el titulo programático de ¡Basta de Guerras!  escribió la novela La Guerra Interminable, galardonada con los premios máximos del género de la ciencia ficción. Hace poco visitó la Unión Soviéticaca.
El siempre sonriente e hiperactivo sueco Sam Lundwall, escritor, editor, redactor, critico y Dios sabe quien más, vive en un pais neutral y, por lo visto, conoce la guerra só1o de oidas. Sin embargo, participa en la marcha conscientemente, ya que, en tanto que escritorde ficción cientifica muy respetado, debe saber ver lo que tenemos por delante. Lundwall preficre asimismo recurrir a una burla mordaz, pero a su manera, Si la serie de sus novelas sobre “el soldado raso de la Flota Estelar Bernard Rordin”, un Swejk de la época galáctica, en rasgos generales repite las de Heller y Vonnegut (asi como las de Jaroslaw - Hagek y Raspe), el relato El Mundo de Alicia es algo completamente distinto.
Es la tercera y última obra en que quisiéramosdetenernos. Una Pesca Magnífica, de Lajos MesterhAzi; Las sirenas de Titan, de Kurt Vonnegut, y El mundo de Alicia, de Sam Ludwall, son tres magnificos ejemplos de la ficción cientifica moderna que previene y que el lector sovietico obtuvo traducidas en los últimos años.
Los origenes del relato de Lundwall ascienden, por lo visto, a los relatos de Ray Bradbury (Una ciudad marciana abandonada, Los próscritos, Usher 2), en los cuales también aparecen hombres-aritmometros, pero en el caso de Lundwall a éstos se les contraponen loslibros. Cuentos mágicos, fantasia, ficción cientifica... Combaten a muerte como si comprendieran que su frente es casi el más importante. En el relato de Lundwall, uno de los hombres-aritmómetros, poseido del deseo de eliminar y subordinar, de rehacer el mundo segiún sus concepciones y/o, simplemente, poseido del deseo de guerra, alcanza por fin lo deseado: al combate se incorporan nuevos y nuevos ejércitos, la tierra tiembla de las explosiones, se elaboran nuevos y nuevos planes estratégicos... pero todo este bullir resulta... un juego. Sonriendo maliciosamente observa las batallas la verdadera soberana del planeta, la niña Alicia, la de Lewis Carroll... La dueña, sabia al modo infantil, invita amablemente a sus huspedes mayores a jugar a los juegos de niños, con tal de que éstos no se hicieran realidad.
Un simbolo muy sencillo, pero ¡Qué exacto!
Porque también los libros de ciencia ficción son una especie de posibilidad para jugar mentalmente a distintas variantes de su propio futuro, (y, si hay deseosos de verlo, a las distintas variantes del fin ... ). Lean, vean ustedes mismos, dicen los escritores a los lectores. Piensen. . . Mentalmente no están trabados por nada, pero en la vida real, haganse adultos lo más pronto posible, aprendan a ser sabios, a distinguir las bengalas de la mecha lenta!
A eso nos llama la actual ciencia ficción "antiatómica", Y só1o la gente de cortos alcances puede acusar a esta literatura de que siembra el pdnico y amedrenta al público, Tanto más sorprenden las réplicas del tipo de: "no estamos para fantasias-. ¿Como es posible no preocuparse por el día de mañana?
Vivimos en la época cuando se está solucionando el problema de si tendremos un mañana, un pasado mañana y secula seculorum. La presente generación de los terricolas carga con una gran responsabilidad: si es que no se puede dar una respuesta univoca a la pregunta de cómo deben vivir las generaciones venideras, por lo menos se debe determinar cómo tienen que vivir en general.
¿Que puede, pues, la ciencia ficción hacer? Menos de lo que esperan de ella los entusiastas y más de lo que consideran los snobs que la desprecian y los hombres-aritmómetros que le temen: la ciencia ficción puede despertar el ansia de lo sorprendente, el desco de forjar su futuro, con sus propias fuerzas inmediatamente, sin demora Y, además, mostrar los cuadros del futuro, que no se deben permitir, o sea, que deben prevenirse.