En nuestro siguiente artículo Gilberto Quintero nos ofrece un agradable recorrido por las 10 novelas de ciencia ficcion que han sido galardonadas con los premios mas importantes del género. Tematicas, historias y autores que vale la pena leer.

Los Premios en la Ciencia-Ficción I.
Las 10 novelas ganadoras de los premios Hugo, Nebula y Locus
por: Gilberto Quintero

En la actualidad los premios más importantes dentro de la ciencia-ficción son el Hugo, el Nebula y el Locus. El premio Hugo es otorgado por la votación popular de las miles de personas que anualmente asisten a la Worldcon (Convención Mundial de C.F.). El premio Nebula es elegido por la SFWA (Science Fiction and Fantasy Writers of America : La Asociación de escritores de ciencia-ficción y fantasía de Norteamérica). Y el premio Locus es votado también cada año por los lectores de la revista -del mismo nombre- de crítica más importante e influyente de la ciencia-ficción mundial. Los tres premios representan de alguna manera los sustentos primordiales que apuntalan el mundo de la ciencia-ficción: Los aficionados y lectores (Hugo), los propios escritores y profesionales (Nebula) y los estudiosos y críticos (Locus).

Aunque sin ser algo muy frecuente, es común la coincidencia de éstos y otros premios en determinadas obras (la premiación, como muchos de ustedes saben, tiene varias categorías: Novela -de las que trataremos ahora-, novela corta, cuento y cuento corto) lo cual sirve muchas veces para los lectores como una guía de lectura y para los autores como un incentivo comercial por el consiguiente aumento, casi inmediato, de ventas tras el anuncio de los resultados. Por ello merece especial atención el hecho de que una determinada obra reciba varios premios; dentro de la categoría de Novela es interesante hacer notar que en el transcurso de los últimos 25 años solamente diez novelas han sido las que han conseguido la difícil hazaña de hacer coincidir los criterios de tan diferentes facetas del género. Y aunque este hecho se deriva obligadamente de que el Nebula y el Locus se otorgan desde el año 1965-1966 a diferencia del Hugo que fue elegido por vez primera en la convención de 1953, además de no ser el resultado directo de unos elevados cánones de calidad, sí al menos nos remite a lo mejor de la ciencia-ficción y sobre todo a cuáles son los parámetros para otorgar este adjetivo a una obra en determinado momento. Es muy probable que algunos expertos en la materia difieran enormemente con los criterios de selección y con los resultados mismos, y aunque la calidad en general de estas diez novelas es muy buena, lo más interesante de su lectura es en realidad la posibilidad de obtener una perspectiva de cómo ha ido cambiando la ciencia-ficción en los últimos años, tanto en sus tópicos como en sus tratamientos, en sus reflejos sociales e históricos así como en su sentido estético y especulativo. Son 25 años que incluyen los procesos más transformadores y cuestionantes que ha sufrido el género desde su interior, desde la New Wave, con sus experimentaciones no siempre bien logradas, hasta la participación cada vez más constante de mujeres, las cuales además de llegar a acaparar una gran cantidad de premios, vienen a replantear y a enriquecer muchos temas considerados como agotados por sus colegas masculinos. Todo ello, en cierta manera, queda plasmado en la selección natural de las diez siguientes novelas.

La primera novela en ganar estos tres premios fue Mundo Anillo (1970) de Larry Niven, obra que ha despertado desde entonces un gran interés por parte de los fans. Combinando elementos de la ciencia-ficción dura con el space-opera logra atrapar al lector con su sentido de la maravilla: Extraterrestres de formas diversas y temperamentos fascinantes, tecnologías complejas y barrocas, una sociedad futura homogeneizada y plausible y, sobre todo, el mundo anillo en cuestión, una cinta colosal girando alrededor de una estrella, con una cara permanentemente frente a su sol y con una superficie equivalente a 3000 000 veces la de la Tierra; construida por una misteriosa civilización desaparecida y con elementos francamente perturbadores para sus visitantes. Sus secuelas Los Ingenieros del Mundo Anillo y la muy reciente The Ringworld Throne (El Trono de Mundo Anillo) son, en realidad, parte final de una serie al estilo de La Historia del Futuro de Robert Heinlein denominada Historias de Espacio Reconocido, donde se narra la historia de la humanidad desde 1975 hasta el siglo XXXI. Aunque la novela en cuestión puede leerse por separado hay elementos y referencias que se entienden mejor si uno está familiarizado con el Universo creado por Niven; desgraciadamente en las secuelas los misterios son develados en función de hechos acaecidos en novelas anteriores pertenecientes al mismo ciclo como son The Protector (El Protector) y A Gift from Earth (Un regalo de la Tierra), sin traducción al castellano. Existen, sin embargo, una recopilación de cuentos Historias del Espacio Reconocido y una novela, El mundo de los Ptavvs pertenecientes al ciclo en versiones en español en la editorial Edaf.

En 1972 el autor más famoso de todos los tiempos, Isaac Asimov, considerado por algunos críticos como un escritor sin mucha calidad literaria aunque con mucho éxito, contradecía estas afirmaciones al ser el segundo en acaparar los tres premios con una novela que, en realidad, está constituida por tres relatos entrelazados titulada Los Propios Dioses, en la cual, a pesar de considerarse que la mejor época de Asimov había pasado ya, mostró la cúspide de su quehacer. De los tres relatos el segundo e intermedio es el mejor, en él nuestro apreciado autor rompe la mayoría de sus pautas y estilos al describir con maestría un mundo paralelo con unos personajes entrañables, muy bien logrados y, a pesar de todo, muy cercanos a nosotros. Una extraña y difícil combinación de extrañeza y elementos muy humanos como son los sentimientos todo ello narrado con excelente calidad. Considero personalmente que, junto con el ciclo original de las Fundaciones, es lo mejor de su producción. La psicología de los personajes -los cuales atraviesan una especie de adolescencia-, sus relaciones y las implicaciones sorpresivas de la comunicación entre ese mundo y la Tierra son sorprendentes. Los relatos primero y último son de la calidad media y desenfadada que caracteriza la obra de Asimov y, aunque no desmerece, el último no alcanza los niveles de excelencia del segundo. Una obra imprescindible para los amantes del género y los que se dicen seguidores del autor.

El año siguiente Cita con Rama de Arthur C. Clarke logró igualar la proeza, recordando a los lectores porqué junto con Asimov y Heinlein eran considerados los Tres Grandes de la ciencia-ficción en la época dorada de Campbell. La novela, narrada en un estilo ameno y directo, relata la historia del primer contacto de los seres humanos con una extraña nave extraterrestre con forma de cilindro, detectada previamente como un cuerpo celeste que se dirigía a la Tierra con peligro de destrucción. Aunque todos los fascinantes misterios mostrados en el interior de esta especie de arca-nave a lo largo de la novela nunca son revelados la novela mantiene un nivel de expectación y maravilla que apresan al lector dejándolo con un muy buen sabor de boca al final. Esta obra es quizá el ejemplo típico de la ciencia-ficción como elemento catalizador de la imaginación. Aún mucho tiempo después de haber terminado el libro uno permanece atrapado en las implicaciones especulativas de un primer contacto con entidades o tecnologías alienígenas y en el sentido de la aventura y expansión consciente que ello significaría. Recientemente, en un remedo escenográfico, han visto la luz la secuelas de la obra: Rama II, El Jardín de Rama y Rama Develada, las cuales no fueron escritas por Clarke sino enteramente por el guionista de cine Gentry Lee contrariamente a lo que la portada pudiera sugerir. Escritas como best-sellers y sin mucha imaginación, la colosal obra sobreexplota los elementos sociológicos y psicológicos y no soluciona la mayoría de los misterios. Al final el lector desearía que siguieran siendo inaccesibles.

Los Desposeídos (1974) de Ursula K. LeGuin es quizá la más acabada de las diez novelas presentadas, su temática aunque puede sustraerse de la ciencia-ficción es enriquecida por ésta; algo que es un común denominador de la obra de la autora, la cual no se limita únicamente a la ciencia-ficción; dentro del género fantástico su tetralogía de Terramar es considerada una de las cúspides junto con El Señor de los Anillos de Tolkien. Ganadora de múltiples premios, LeGuin es una de las primeras autoras que incursionan con éxito en los campos tácitamente masculinos de la ciencia-ficción. Sus obras han aportado una visión humanista y es considerada actualmente por los críticos literarios como uno de los más sólidos escritores que ha aportado la ciencia-ficción a la literatura general. A diferencia de algunas autoras posteriores como Joanna Russ y Vonda N. McIntyre, en la obra de Ursula K. LeGuin no se acentúa el feminismo, muchas veces amargo, de las anteriores sino que su aportación, aunque netamente feminista, es de un carácter más humano y universal. Sus personajes usualmente son seres tangibles y sencillos que emprenden difíciles viajes, más de autoconocimiento que de gesta heroica. Los Desposeídos no es la excepción, el título de la novela hace referencia a los habitantes de un árido planetoide denominado Anarres que funge como satélite del próspero Urras. Los habitantes de Anarres han elegido el exilio voluntario en busca de una utópica sociedad sin gobierno, propiedad ni leyes. Una suerte de anarquismo responsable donde cada quien desarrolla aquello para lo cual es más apto. Y aunque ni la constitución de dicha sociedad ni los preceptos filosóficos de la misma son la trama esencial de la novela, sí sustentan las aventuras de autodescubrimiento del personaje central, Shevek, que retorna al planeta madre al sentirse incomprendido y no plenamente arraigado a Anarres, quizá por la cualidad de su profesión, la Física Teórica. Este viaje da como resultado el descubrimiento del ansible, aparato mediante el cual se podrán realizar comunicaciones interestelares inmediatas sin las limitaciones relativistas. Pero en realidad ésto no es lo más importante del libro sino el proceso de autocuestionamiento del ser humano como elemento celular de ese organismo complejo denominado sociedad. Es interesante anotar que la historia se inscribe en los hechos narrados en otras novelas de la autora, como La Mano Izquierda de la Oscuridad y su muy reciente Cuatro caminos hacia el Perdón, publicadas todas por Minotauro.

Por cuarto año consecutivo La Guerra Interminable de Joe Haldeman logró en 1975 los tres galardones. Considerada por algunos como una obra menor en comparación a las otras nueve, esta novela fue la primera que escribió su autor. Sus analogías con la Guerra de Vietnam, sus angustiosos y desconcertantes efectos relativistas de dilatación temporal y su tono ágil y trepidante quizá fueron los elementos que llamaron la atención de los diferentes grupos mencionados. Definitivamente no es una obra maestra y aunque no es mala en lo absoluto no deja una huella muy sólida en quien la lee. Hay que recordar que la obtención del Nebula (que es el que se otorga primero, un año antes) tiende a influenciar la votación más típicamente popular del Hugo. Y que el hecho de que una novela acapare los tres premios solo indica que es la mejor novela de ese año. Sería conveniente para los interesados revisar el resto de la producción entonces. No obstante a lo anterior la novela plasma con maestría lo absurdo de la guerra, de todas las guerras, con su distanciamiento consiguiente y su angustia imposible de mostrar estadísticamente. Hay cuestionamientos hacia la tecnología y lo intrínseco de la comunicación como hacia la sociedad como resultado de procesos biológicos. La novela cuenta con excelentes ideas y fabulosos personajes. Junto con Tropas del Espacio de Heinlein, El Juego de Ender de Card y Bill, héroe galáctico de Harry Harrison, la novela forma la tetralogía clásica de la Guerra en la C.F. El final -y desde luego que no diré por qué- puede sorprender a algunos pero hay que recordar que Haldeman terminó su novela en Sevilla.

En 1977 Pórtico de Frederik Pohl iguala a sus predecesores con una novela que, junto con Homo Plus, marca el regresó de un autor que hiciera fama colaborando con el prematuramente fallecido Ciryl Kornbluth y, que se había dedicado por bastante tiempo a otras actividades dentro de la misma ciencia-ficción, predominantemente como editor de la prestigiada revista Galaxy. Pórtico está narrado en dos líneas argumentales, una es la referida al tratamiento psicológico del personaje principal -Robinette Broadhead- bajo el tratamiento de una computadora psiquiatra, la otra es la historia de Pórtico -una extraña puerta de acceso a muchos mundos- legado de una desaparecida raza -los Heeches- con una tecnología inaccesible, de la aventura de Robinette (que es hombre a pesar de su nombre, como él mismo aclara al inicio) como prospector, es decir, como investigador de los mundos a los que se puede acceder desde Pórtico, muchos de los cuales son verdaderamente letales. Cabe mencionar que no se trata de una puerta dimensional sino de un atracadero de naves automáticas que son las que realizan los viajes sin que sus tripulantes tengan un control total sobre éstas. Los prospectores fundan sus éxitos en la capacidad de sobrevivir a cada una de éstas misiones y regresar con información o tecnología extraterrestre. Es una historia sociológica muy bien lograda, como la mayoría de las que escribe Pohl, con algunas reminiscencias temáticas de Mercaderes del Espacio aunque con un tratamiento totalmente diferente, además es una historia de amor y de dolor. El autor logra transmitirnos la certeza del peligro inminente de toda expedición a lo desconocido, la sobrecogedora fuerza del Universo y la fragilidad humana. La novela, además, está salpicada de notas, anuncios e informes que el autor intercala sin ningún aparente orden pero que crean un efecto de mayor cercanía a la vida cotidiana en ese mundo futuro.

Al año siguiente de Pórtico fue Serpiente de Sueño de Vonda N. McIntyre la que se alzó con las tres premiaciones. Esta obra es muy diferente a su predecesora, puede catalogarse ampliamente como una novela feminista pero de un feminismo que si bien no alcanza los magnos niveles de las historias de Ursula K. LeGuin no obstante es amena y evita los alegatos típicos de otras autoras. Su mensaje feminista es en realidad velado y se ha perdido en su mayoría al traducirlo al español debido a la abundancia de elementos genéricos de nuestro idioma. Es bien sabido que en el inglés tanto los artículos como los sustantivos y los adjetivos, entre otros, carecen de indicación genérica o sexual a diferencia del castellano. Y es precisamente de esta característica de la cual se valió la autora para cuestionar tanto los roles como las funciones de los sexos que la sociedad actual ha preestablecido, en la novela muchos de éstos están invertidos o nunca se aclaran, la lección es clara: el ser humano se debe anteponer a su género y no debe permitir que éste le limite. Por otro lado, como muchas novelas de mujeres, en esta aparecen dos elementos muy usuales: El viaje interior y la exposición de los sentimientos humanos (la autora reconoce claramente la influencia de LeGuin). Todo lo cual es plasmado en una narrativa muy agradable y con un sentido de la aventura que sutiliza su mensaje al hacerlo más ameno. La trama pudiera parecer sencilla, una curandera en una Tierra futura parte a la búsqueda de una serpiente del sueño que sustituya la que ha perdido y pueda ayudarle a proseguir su labor de curación. En este viaje conocemos la estructura de la sociedad y las motivaciones de los personajes, todo ello bajo una perspectiva francamente humanista y rebosante de ternura.

Tuvieron que pasar cinco años para que hiciera acto de presencia una nueva novela que lograra hacer coincidir la diversidad de juicios. En 1983 David Brin un joven científico de la NASA de 35 años logró dicha unificación de juicios con la segunda parte de una trilogía de aspiraciones y dimensiones muy amplias. La novela en cuestion es Marea Estelar. Con una buena mezcla de ciencia-ficción dura, elementos de space-opera y descripciones psicológicas logradas, Brin nos presenta un Universo donde todas las razas son elevadas a la consciencia mediante manipulación genética, todo ello a cambio de un sometimiento a la raza tutora durante milenios. De esta manera todas las razas de extraterrestres tienen relaciones de tutoría y pupilaje hasta llegar a un tronco común, los Progenitores, la mítica civilización de alienígenas que debió iniciar el proceso marchándose después sin seguir rastro. La única excepción a esta pauta son los seres humanos, los cuales se han elevado sin la tutoría de otra raza y son reconocidos como raza elevada debido al hecho de que a su vez ellos -en la época en que se desarrolla la novela- han elevado ya a otras especies: los delfines y los chimpancés. La historia comienza cuando la nave de exploración Streaker, procedente de la Tierra, descubre un cementerio de naves de tamaño colosal, como la luna terrestre. En una de esas naves los humanos descubre el cuerpo momificado de un ser que las computadoras galácticas no logran identificar, asediados por razas enemigas a los terrestres, una tripulación de delfines y humanos tiene que refugiarse en un planeta acuático. El planteamiento es excesivamente ambicioso, lleno de recursos e imaginación desbordante; los animales elevados tienen características psicológicas muy bien presentadas y acordes a su naturaleza así como los extraterrestres tanto amistosos como hostiles. La novela cuenta incluso con un glosario, al estilo Dune al final del libro donde se aclaran muchos significados. El único defecto es que ni en las 606 páginas del libro ni en las 752 de la continuación, La Rebelión de los Pupilos se resuelven las interrogantes. El autor está escribiendo una nueva trilogía en ese mismo Universo y si el éxito comercial sigue constante es probable que nunca lleguemos a saber lo que ya presuponemos. La segunda novela es un poca más tediosa que la primera, más lenta y obviamente más larga. La primera parte de la trilogía, Inmersor Solar, ha sido publicada recientemente en México por Grijalbo al igual que Tierra , una de sus novelas mas famosas, y aunque ola primera no se relaciona muy directamente con los hechos subsiguientes, es fácil de conseguir.

En 1986 Orson Scott Card igualó la marca con otra segunda parte de otra trilogía (actualmente tetralogía): La Voz de los Muertos. Segunda parte de El Juego de Ender, ganadora también del Hugo y del Nebula, con esta novela el autor logró la singular proeza de repetir ambos premios dos años consecutivos y con una segunda parte, la cual lejos de dejar mucho que desear con respecto a la primera, la supera en opinión de muchos por gran margen. Lo cierto es que es ambas novelas atrapan al lector, están bien escritas y presentan situaciones de gran tensión emocional. Card hizo un descubrimiento prodigioso que le llevó al primer plano de la ciencia-ficción para enojo y desencanto de muchos de sus colegas: descubrió los sentimientos. Después de la incursión mayoritaria -al menos los premios así lo demuestran en algunos años- de las mujeres, la ciencia-ficción tuvo que replantear muchos de sus temas, crear algunos nuevos y enriquecer los más típicos. Mucha de esta riqueza fue introducida por las nuevas escritoras así como por la madurez que dejo la etapa experimental de la New-Wave. Los sentimientos y el mundo interior fueron algunas de las más importantes aportaciones. Sin embargo, Card sobreexplotó este filón. Su personaje central, Ender, es un niño melancólico e hipersensible sobre el que descansa la ominosa carga de salvar a la humanidad en una guerra sin cuartel contra una raza insectoide -los Insectores- que pretende acabar con la especie humana sin la menor compasión. Aparte de superar las más perversas pruebas que sus superiores estructuran como parte de su preparación, la animadversión de sus compañeros y su hermano, Ender debe superar su sentimiento de abandono y minusvalía. A pesar de ser un cliché ya muy conocido por más de algún lector asiduo a la ciencia-ficción la obra cautiva y tiene un desenlace sorprendente. En la segunda parte, 3000 años después, Ender adulto (gracias a los efectos relativistas del viaje superluminal) vuelve a ser el personaje central, una especie de Mesías y defensor de extraterrestres, aunque el verdadero personaje fundamental es en realidad el sentimiento de culpa de Ender y el de sus compañeros protagonistas humanos y extraterrestres. Los personajes de Card sufren horrores y siguen sufriendo, como quizá sufren los lectores. El único que no sufre es el autor pues su sadismo es directamente proporcional a sus ganancias económicas. En la tercera parte de la trilogía, Ender el Xenocida, la crueldad es aun mayor, Card introduce a un nuevo personaje y lo somete a la autoflagelación emocional más drástica. A pesar de todo ello la obra de Orson Scott Card -mormón practicante- ha creado todo un movimiento de entusiasmo desde entonces. En España la colección Nova de Ediciones B -sus editores en castellano- ha creado una colección exclusiva para el autor, algo que previamente solo había sucedido con Asimov y parcialmente con Lem. En Estados Unidos ha creado una verdadera escisión en el seno de la SFWA, habiendo escritores que lo atacan fervorosamente como Norman Spinrad. No obstante las lágrimas vale la pena leerla, personalmente es una de mis favoritas, defectos aparte.

Lo que Orson Scott Card descubre, explota y quizá hasta caricaturiza, Connie Willis lo armoniza y lo lleva a su madurez. Esta nueva y desconocida autora para muchos lectores -sobre todo en México- es probablemente el mejor escritor que ha dado el género aunque habrá que esperar algo de tiempo para corroborar esta afirmación que algunos críticos sustentan. Sin grandes atributos literarios ni ambiciones estilísticas, Willis también nos habla de los sentimientos, con la única diferencia que sus personajes son reales, tan tangibles y cotidianos como cualquiera de nosotros, no importando que vengan del futuro o pertenezcan al pasado; sufren, se equivocan, tienen sentido del humor, tienen fe y mueren; pero son reales. En muchas obras de ciencia-ficción más de algún detractor ha señalado que lo que la obra le obliga a imaginar son los personajes de una película o de un comic. Esto jamás sucede con la obra de esta autora. Y es precisamente en El Libro del Día del Juicio Final (1992) -última novela en ganar los tres grandes premios de la C.F.- donde todo ello queda mejor logrado. Personalmente, junto con Cronopaisaje de Gregory Bendford, Los Desposeídos de Ursula K. LeGuin, Los Amantes de Phillip José Farmer y las novelas clásicas de Bester, Silverberg y Dick considero la obra de Connie Willis como lo mejor que ha dado la ciencia-ficción. Y dado que cronológicamente es lo último aparecido también es la mejor muestra de hasta donde puede alcanzar el quehacer artístico de nuestro género. El argumento es bastante simple, Kivrin, una audaz estudiante de historia decide viajar en el tiempo para analizar in vivo el medioevo. Una serie de circunstancias la llevan a una de las eras más letales de la historia, la Peste. A la vez en el presente -Londres en el próximo siglo, no dentro de muchos años- se desata una extraña epidemia de un virus mutado que es igualmente peligroso. El tema es sencillo: la enfermedad y el dolor, todo ello enmarcado, bajo una erudita perspectiva histórica en los sentimientos y en la cotidianeidad del ser humano. La misma Connie Willis dice -tal como cita en la presentación de la versión castellana Miquel Barceló- al respecto:

Cuando se escribe un ensayo, se cuenta lo que uno ya sabe. Cuando se escribe una novela, cuentas lo que no conoces e intentas encontrar. En la ficción descubres cosas de ti ... El libro, a fin de cuentas, trata sobre todo del fin del mundo, pero del fin del mundo individual cuando todas las cosas que apuntalan la existencia personal se derrumban, y de la reacción de cada ser humano para reconstruirlo.


BIBLIOGRAFIA DE LAS 10 NOVELAS:

Mundo Anillo, Larry Niven (Roca SF 15 y Orbis, Ciencia Ficción 5).

Los Propios Dioses, Isaac Asimov (Plaza y Janés, Bibl. Asimov )

Cita con Rama, Arthur C. Clarke (Ultramar)

Los Desposeídos, Ursula K. LeGuin (Minotauro)

La Guerra Interminable, Joe Haldeman (Edhasa, Nebulae II No. )

Pórtico, Frederik Pohl (Bruguera, Col. Nova y Ultramar)

Serpiente de Sueño, Vonda McIntyre (Ed. B, Col. Nova No. 17)

Marea Estelar, David Brin ( Acervo)

La Voz de los Muertos, Orson Scott Card ( Ed. B, Col. Nova No. 1)

El Libro del día del Juicio Final, Connie Willis (Ed. B, Col.Nova No. 68)



Artículo cedido por la Revista Laberinto