Parte 5  

La noche serática había desdibujado los perfiles de las grandes avenidas, las luces de los inmuebles diseñaban otras arquitecturas de la ciudad no menos absurdas que las diurnas. Tan sólo el palacete de la embajada se salvaba del desastre; era el único edificio de la ciudad que no era obra de los taurianos y ello contribuía a calmar el ánimo de Printer quebrantado por una agitada noche. Se dispuso a conciliar el sueño generando con esmero las imágenes que le abrirían las puertas de acceso a la rejilla de seguridad sin descuidar en ningún momento el orden establecido:
 
 
Directorio de acceso a rejilla de seguridad: Muralla. 
Nombre y extensión de acceso: HR.528. 
Código de búsqueda: Belano. 
Código de búsqueda: Eila. 

Seleccionar turbolenguaje onírico 


Seleccionar blindajes de identificación ante: 
  • Transformistas.
  • Telépatas.
  • Rejilla especular.
  • Casa de los espejos.
  • Sueños transeúntes. 

  • Programa de ayuda: 

  • Directorio de acceso al programa de ayuda: Dragón. 
  • Nombre y extensión de acceso: Prolog.txt.
El fichero que Printer llamó se iluminó en el ambiente de aquella fortaleza que el Soñador había creado en su mente:

          "Separata del tomo II del Diccionario de la Verdad"

Los primeros mensajes hacían alusión a la seguridad del viajero:

  -No forzar la finalización del sueño aunque el viajero crea haber hallado lo que busca.
  -No repetir preguntas ya formuladas a otros entes.
  -Evitar encuentros en lugares cerrados.
  -Mantener activada máscara de identidad.
  -Los seres de la vigilia buscados y sus representaciones oníricas sólo compartirán una característica común.

¡ Feliz Sueño, Viajero!


 El transporte penetró en una intrincada red de túneles que horadaban un desolado macizo montañoso.
Las paredes de los cada vez más angostos pasadizos mostraban afilados salientes, Printer sabía que debía emerger al exterior de aquellas catacumbas para encarar con éxito su propósito, pero por el momento no era capaz de abandonar el transporte que lo conducía a ninguna parte. Una luz mortecina iluminaba el interior en una quietud impropia a juzgar por la velocidad que desarrollaba el vehículo; miró en todas direcciones hasta fijarse en un anuncio publicitario donde una mujer aparecía reclinada sobre un luminoso que decía: BIENVENIDO A ODEON.
Printer se acercó a la imagen de la mujer hasta tocar sus senos; al principio notó su suavidad y experimentó placer, sus dedos recorrieron con avidez la superficie hasta pellizcar los pezones de la modelo. La mujer emergió entonces azarosamente del papel impreso como lo haría un feto  desde la profunda cavidad del útero a la vida. Sorprendido, el sueñonauta trató en vano de desprenderse de unos pechos a los que inexplicablemente permanecía adherido; pronto se dio cuenta de cómo sus esfuerzos por liberarse contribuían a independizar la modelo del papel impreso y conferirle una existencia propia; aquel ente se nutría de sus deseos , y cuanto más vehementes se hacían, más hermoso y tangible su cuerpo se mostraba. Pegada a los dedos de Printer, la muchacha se agitaba en la atmósfera tenue del transporte como una marioneta inerte vapuleada por su amante arrepentido hasta que sus labios pudieron balbucir: "Bela...no está en ca...mino". Dicho esto, la muchacha se transformó en un "polstergeit" que se introdujo en el anuncio del que había emergido arrastrando a Printer consigo. Su cuerpo se transformó bruscamente en una partícula de luz que atravesó sin rozar el papel impreso y comenzó un nuevo camino en un universo esencial donde la materia se organizaba en arquitecturas desconocidas para Printer. Así deambuló por mundos infinitesimales hasta sentir un fuerte impacto que desvió su trayectoria; una fuerte desaceleración produjo un proceso de acreción por el que Printer fue adquiriendo paulatinamente materia hasta recuperar su aspecto habitual. Sintió cómo un sueño se rompía para dejar paso a otro muy diferente. No sin temor, abrió los ojos y contempló un vasto horizonte; se encontró en las arenas ardientes de un desconocido planeta iluminado por dos soles. Penosamente, escaló hasta la cresta de una imponente duna y desde allí escrutó el desolado paraje. Sólo entonces recordó el anuncio de la llegada de Belano y pensó en un presumible encuentro con el verdadero o falso agente. Durante unos instantes analizó los detalles de lo ocurrido: su encuentro con un primer ente posiblemente engañoso que le anuncia la llegada de Belano en un recinto cerrado y le arrastra posteriormente a un escenario abierto, donde no pudiera sospechar la falsedad de las respuestas que le formularía de acuerdo con el Diccionario de la Verdad. Sin embargo, su mente reparó en el impacto que desvió su trayectoria y le condujo al desierto, accidente posiblemente explicable gracias a la intervención del verdadero Belano. De hecho, aquel diáfano escenario le confería a Printer cierta ventaja en el escabroso juego de la verdad.


Sobre el horizonte un punto comenzó a definirse.
Instantes después se había transformado en una esfera que emitía reflejos intermitentes inducidos por la pareja de soles que abrasaban el lugar. Un segundo punto se dibujó a escasos grados del primero y comenzó a crecer al seguir una trayectoria de encuentro. Esta vez se trataba de un cargovelero, un modelo retirado hace tiempo de las rutas comerciales, todo un símbolo de los primeros viajes, cuando ningún ingenio tripulado era capaz de ir más allá de la órbita de Plutón. Ambos vehículos se posicionaron en los flancos de Printer a escasos metros. Dos mujeres tomaron tierra casi a la par y permanecieron inmóviles al tiempo que sus mentes iniciaron una incruenta batalla en el cerebro de Printer que pudo así ver sin mirar, escuchar sin oír hasta que por fin pudo imponer sus reglas.
 -¿Quién os envía? -preguntó con autoridad.
 -El GP-5 -respondió la ocupante de la esfera.
 -Eila -repuso la tripulante del cargovelero.
 -¿Dónde se encuentra Eila? -silencio fue lo único que obtuvo como respuesta. Tras una pausa ambas superpusieron sus voces:
 -Ella es el falso Belano -dijeron al unísono.
 -Belano nunca viajaría en una esfera -dijo la tripulante del cargovelero- es un transporte tauriano ¡acaso no has visto centenares de ellos en Serun?
 -¿Quién es Eila? - inquirió de nuevo Printer.
 -La secretaria de nuestra embajada y agente del GP-5 de Inteligencia -repuso la tripulante de la esfera.
 -Una sueñonauta de primera clase como tú -respondió la segunda.
 Empapado en sudor, Printer parpadeó nerviosamente antes de abrir los ojos. Una tenue luz inundaba la habitación. Se tomó un tiempo antes de incorporarse; el sueño de la verdad era siempre un ejercicio tenso aun ejecutado con la maestría
de la que Printer en ésta y otras ocasiones había hecho gala. Ahora sabía con quién tenía que tratar: su hombre era sin duda el agente tatuado con un espaciovelero, representado en el sueño por la mujer que conocía la identidad de Eila y su auténtico cometido. La revisión de los detalles del sueño le mantuvo toda la mañana ocupado, era preciso que su veredicto no abrigase ninguna duda. En más de una ocasión, había sido necesario invocar de nuevo el sueño de la verdad, pero en este caso Printer consideró que no lo era; todo encajaba, la modelo del anuncio era sin duda una proyección del falso Belano y la fuerza que desvió su trayectoria fue generada por el verdadero, una intervención tan sutil como su discreta intromisión en la Gran Ventana; tan sutil que ni siquiera el primer telépata pudo percatarse de ella. Lo inquietante fue comprobar su bisoñez al haber menospreciado a los servicios de inteligencia taurianos; de alguna manera el Soñador le previno en Signo de la astucia del Augusto, se arrepintió de no haberle prestado entonces demasiada atención.


Parte 6  

 
Printer miró el reloj de la torre desde su asiento; se preguntaba si tan sólo se trataba de un envoltorio sin mecanismo, había visto tantas torres con sus relojes, tantos apacibles parterres que aquel rincón de Serun podía pasar por otro igualmente creíble, si exceptuamos ciertos desaguisados urbanísticos y alguna que otra rareza en  el austero mobiliario de la pequeña plaza. Ni el zumbido de insectos, el aletear de pájaros o las broncíneas campanadas del reloj pudieron hacer pues más soportable la espera. La placita estaba en medio de ninguna parte y carecía del interés de las multitudes, quizá por ello Belano pensó que era el sitio apropiado para el encuentro de Printer y Eila.
 Los motores de un biplaza tauriano turbaron la excesiva quietud del lugar. Lentamente inició su descenso para posarse en el centro de la plaza. Los músculos de Printer se tensaron involuntariamente ante la sospecha de que algo hubiera funcionado mal durante el sueño de la verdad. Vistas las habilidades taurianas, cualquier cosa se le antojaba posible, sin embargo el hecho de que Eila acudiera a la cita en un transporte como éste no debía infundirle sospecha alguna, cualquiera podía alquilarlos; eran versátiles y sobre todo económicos. La portezuela se abrió sin que hubiera cesado el zumbido de los motores y así permaneció hasta que Printer adivinó la invitación de subir a bordo. El sueñonauta avanzaba lentamente mientras su cabeza era un hervidero de imágenes fugaces, todos sus fantasmas se habían dado cita en aquel escueto e impersonal paisaje: el falso Belano, la modelo del anuncio publicitario o el mismísimo Augusto desnudándole con su mirada inquisitiva, haciéndole ver que el juego había terminado. Unas campanadas absurdas se impusieron al ruido de los motores y estuvieron a punto de desequilibrarlo como a un funambulista sin balancín. Printer se detuvo un momento para tomar aliento y recomponer su precario equilibrio. Fueron instantes preciosos para convencerse del veredicto del sueño de la verdad; nadie, ni siquiera el Augusto podía manipularlo. En el interior de la nave se encontraría sin duda Eila y ningún farsante sería capaz de suplantarla -se dijo a sí mismo en un intento más por reafirmarse.
 Printer traspasó el umbral del biplaza bajo la mirada atenta de su ocupante. Agilmente tomó asiento algo más sereno mientras oía el seco chasquido de la portezuela y el garraspeo de los motores que tomaban aliento para transportar al ingenio y sus dos ocupantes a un destino desconocido.
 -¿Dónde está Belano? -balbuceó Printer.
 -Muy cerca, a bordo de otra lanzadera. Impedirá cualquier intromisión en nuestro sueño, ningún telépata puede traspasar el blindaje que ha creado en torno nuestro. Ya comprobaste de lo que era capaz en la Gran Ventana, aquello fue sólo una pequeña demostración de sus portentosas cualidades.
 -¿Has dicho nuestro sueño?
 -¿Sorprendido?
-No, no es eso, Belano me lo dijo, aunque no entiendo ahora por qué el Soñador me ocultó tu verdadera identidad y por qué hemos de soñar juntos.
 -Si lo hubieras sabido, el Augusto o cualquiera de sus telépatas habría podido arrancarte esa información. Hasta ahora la sueñonaútica es el secreto mejor guardado por el departamento. Bastantes riesgos hemos corrido todos contigo al traerte aquí.
 -Dime algo que me intriga: ¿por qué mi detector de mímesis no me hizo parpadear delante del falso Belano ni frente al Augusto?
 -Debieron enviarte a su mejor agente, cuentan con excelentes psíquicos. Apuesto que estuvistes parpadeando todo el tiempo sin percibirlo como lo hiciste en la recepción oficial.
 -Sí, pero sus manos no eran transparentes como las de cualquier tauriano transformista.
 -¿No lo eran o te lo hicieron creer? ¿Es muy posible que el Soñador te proporcionase el detector de mímesis para tu propia tranquilidad?, ¿acaso no sospechaba que intentarían alterar tu percepción? Has vivido poco tiempo en Serun, no los conoces... bueno, nadie en realidad los conoce, nadie... excepto yo, y ellos lo saben, les he arrancado su más preciado secreto, y ese secreto está en mi sueño, en el sueño que voy a compartir contigo. Es preciso que lo saques de Serun y se lo entregues al Soñador, sabrá qué hacer con él.


El biplaza rugió en el cielo de la disparatada metrópolis intentando alejarse de aquel absurdo asfalto. Printer, entre pensativo y sorprendido por las últimas palabras de Eila, contemplaba distraídamente la línea de playa recortada por el océano serático que, de nuevo, volvía a la calma con el atardecer. Por primera vez, aquel mundo con todo lo que contenía se le manifestaba como el sueño mejor elaborado de cuantos estudió en Princeton. Nunca había analizado Tau desde esta perspectiva, y ahora que lo hacía todo se mostraba más coherente que antes, como si hubiera sido diseñado con retales de nuestro inconsciente colectivo, con el intrincado tejido de nuestros sueños. Era como si alguien hubiera jugado con todos los registros de la más completa sueñoteca y hubiera elaborado el más brillante sueño maestro; alguien que albergara en sí el poder de todos los sueñonautas y psíquicos del mundo. Printer detuvo sus alocados pensamientos que se derramaban en cascadas por los vericuetos de su mente para dirigir la mirada a su compañera. Su delirio era debido, pensó, a las insinuaciones de Eila sobre la naturaleza tauriana. Llevaba en Serun el suficiente tiempo para esperar cualquier cosa de ellos y no era preciso animarlo para hacer conjeturas tan aventuradas.
 -¿Adónde vamos? -preguntó sin mirar a Eila.
 -A la Zona, un suburbio de la ciudad.
 -¿Y por qué allí?
 -Es el gueto menos visitado por su policía. No temas, Belano es un buen escolta, reprogramará a cualquiera que intente causarnos daño. Ese ha sido mi escondite. Intentaron hace poco un registro, pero los agentes estaban tan asustados y deseosos de terminar que sólo buscaron por encima.
 Printer comenzó a admirar el coraje y la decisión que destilaba aquel pequeño y atractivo cuerpo al servicio de una mente que intuía poderosa; por momentos, y sin proponérselo, se sentía aliviado bajo su protección de todo este embrollo en que Belair le había metido.


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