Parte 7  

-¿Ha tomado contacto? -quiso saber Belair.
 La pregunta viajó por los oscuros espacios, atravesando mundos hasta sonar con nitidez en la sala de comunicaciones de la estación de tránsito.
 -Es pronto para saberlo -respondió el Soñador-. Percibí claramente cómo activaba el sueño de la verdad, lo que nos permite hacer ciertas conjeturas: Printer sospecha de nuestro Belano o de algún otro que haya podido suplantarlo. Si esto último es cierto, habrá que suponer que ellos cuentan también con experimentados telépatas, o bien que nuestro hombre está bajo su control.
 -Todo es posible. Ha estado "congelado" durante tanto tiempo que ha creído, antes de ponernos en contacto de nuevo con él, que le habíamos olvidado. En tal caso habría podido ofrecer sus servicios al Augusto, o simplemente ser descubierto y reprogramado. De ser cierto, pondría a Printer en contacto con una falsa Eila. Incluso nuestro hombre podría ser reprogramado, ¿cómo estar seguro ahora de la veracidad de su informe? Toda la operación puede verse comprometida. Informaré inmediatamente de lo ocurrido. Todos esperan saber cuándo llegará el momento.
 -No, no lo hagas, aún no. Hay que conservar la calma -repuso convencido el Soñador-. Confío en el muchacho y sobre todo en su capacidad para ejecutar el sueño de la verdad. Pronto tendremos noticias suyas. Es el único sueñonauta capaz de transmitir sin cobertura, utilizará su inconsciente como el más potente de nuestros sueñotelescopios. El aún no ha descubierto todas sus capacidades, pero espero que Eila se las hará ver. Sólo entonces estaremos en condiciones de dar luz verde a Odeón.


Parte 8 

 La Zona era un suburbio mucho más coherente en su arquitectura que el resto de Serun; era homologable con cualquiera de nuestros guetos; ningún disparate urbano o todos pero productos de la pobreza y el abandono. La vida mostraba allí su aspecto duro y real de siempre: seres miserables caminando hacia ninguna parte, otros al acecho de posibles incautos. Algunos personajes, posibles capos de oscuros negocios, se dejaban ver de vez en cuando haciendo ostentación de su recién y , quizá, efímera riqueza. El olor a basura y a fritanga confería al lugar la autenticidad que el resto de la capital parecía no tener. Al menos Printer empezó a considerar aquel paisaje urbano más real o tal vez más creíble que lo anteriormente visto. Curiosamente, pensó, estos seres, a diferencia del resto de los taurianos, no tendrían por qué fingir, pues no ocultaban nada, y mucho menos su patente miseria. Para el sueñonauta, todo comenzaba a encajar, las insinuaciones de Eila habían hecho mella en él. Paulatinamente, sus incesantes conjeturas se le antojaban más precisas y cada vez menos delirantes mientras se abría paso entre la multitud en dirección al hotel. El sueño de Eila confirmaría o desmentiría toda sospecha, se dijo a sí mismo, mientras comenzaba a sentirse interesado por lo que estaba viendo. El humo y el neón formaban una niebla incandescente que por momentos se espesaba o diluía en torno a los cuerpos que chocaban en un insensato deambular. De vez en cuando, alguien los miraba con extrañeza sin detener sus pasos. Llamaban sin duda la atención, pero no hasta el punto de organizar un tumulto. Las calles se hacían cada vez más estrechas y lóbregas a medida que se adentraban en el corazón del sector, aunque el escaso alumbrado público de la colonia aquí se hacía más intenso; al menos era posible ver las caras de los transeúntes. Printer rehuía la mirada de todos, quería cerrar los ojos y seguir pensando que Eila sabía lo que se hacía, pero su confianza se iba disipando en múltiples temores. Prefería mil entrevistas con el Augusto, ejecutar mil sueños de la verdad a dar un paso más por aquel intrincado laberinto de callejas abarrotadas de gente y suciedad. Al torcer una esquina, Eila y el atemorizado sueñonauta se dieron de bruces con una muralla de músculos. Ocurrió lo que obsesivamente temía desde que pisó la Zona.
 -¿Has visto Egout? Parece que tienen prisa.
 -Ya lo creo, me pregunto por qué, aquí nadie tiene prisa -dijo el segundo individuo algo menos voluminoso que el primero.
 -Disculp... -balbuceó Printer antes de que Eila le interrumpiera.
 -¡Apartaos de nuestro camino!, no queremos causaros daño.
 -¡Vaya, vaya, vaya! -exclamó Egout-. ¿No te parece divertido Rat? Me pregunto qué habrán venido a buscar éstos a la cloaca.
 -Oiga amigo, no queremos problemas, dejen que sigamos nuestro camino -acertó a decir sin convicción el sueñonauta.
 -No te metas Printer, esto corre de mi cuenta. Lo vais a pasar muy mal si no desaparecéis.
 -¿De verdad?, ¿y cómo piensas hacerlo? -bromeó el grandullón mirando a los ojos de Eila-. De momento vais a soltar todos los créditos que llevéis encima, después mi amigo y yo veremos lo que hacemos con vosotros. ¡Vamos estúpida, tú la primera! ¿No me has oído?
 Al principió Printer no se percató, pero al mirar a su compañera observó cómo sus rasgos físicos se iban progresivamente desdibujando hasta convertirse su cabeza en un ovoide sin salientes ni hendiduras, todo su cuerpo parecía fundirse igualmente en una fragua infernal. Printer y los agresores retrocedieron instintivamente ante el intenso calor que desprendía la sueñonauta, en pocos segundos, se había convertido en una esfera de magma humeante, una crisálida de metal líquido de la que pugnaba por salir una inconcreta criatura. El receptáculo ígneo se fue enfriando y cuarteando a la par, había dejado de traslucir al ser que se agitaba en su interior. Printer había perdido por completo el control de sus alianzas, en aquellos momentos tenía más cosas en común con la pareja de "outsiders" que con el naciente ser que ya aporreaba su contenedor. No comprendía cómo una tensa situación propia de la vigilia se había trocado en un delirio propio de cualquier sueño viajero. Estaba a punto de tomar un nuevo partido, cuando los dos toscos individuos iniciaron una metamorfosis de evasión por la que se convirtieron en dos plasmas que se diluyeron por la rejilla del primer desagüe
que encontraron en su torpe huida. Desvanecidos los agresores de aquella forma tan indigna, el sueñonauta se pellizcó con fuerza, como lo hizo cuando su sueño quedó atrapado en la rejilla especular, para comprobar esta vez que no se trataba de un sueño. Volvió su mirada hacia la cosa, pero allí no había otra presencia que la de Eila, inmóvil, esbozando una sonrisa sardónica.
 -¿Quieres explicarme qué ha ocurrido? -preguntó apenas repuesto de su sorpresa.
 -Nada que no se pueda explicar. Ya te dije que Belano se encargaría de protegernos. Ha generado una alucinación colectiva que ha amedrentado a nuestros agresores.
 -¿Sólo a ellos? He estado a punto de ponerme de su lado. ¿Por qué no me ha dejado al margen de esta pesadilla?
 -No ha tenido tiempo de hacerlo. Había que actuar rápido, ha segregado un "polstergeit". Podía haber actuado con más precisión, pero no se encontraba lo suficientemente cerca para ser selectivo y decidió trabajar al grupo. Yo no lo he pasado mejor que tú. Por un momento pensé en huir cuando a mi lado no estabas tú sino uno de sus policías.
 -Insinúas que Belano puede hacer lo mismo que el Augusto.
 -Sí, en cierto modo, aunque no con su maestría. Si ya lo hizo en la Gran Ventana frente a un psíquico, ¿por qué no podría manipular a dos vulgares taurianos? No tiene nada de extraordinario, tú mismo podrás hacerlo cuando introduzca toda la información en tu sueño. Todo adquirirá un nuevo sentido para ti. Ahora, vayamos al hotel, aquí no estamos seguros.
 


Siguiente  Indice