Parte 11
Printer caminaba sobre los frescos pastos de una pradera. Los cálidos
rayos de la estrella se filtraban en haces por entre unas nubes demasiado
hermosas para ser reales. Su mente viajó entonces por los días
de su infancia. Miró al horizonte y creyó ver en aquellos
haces crepusculares las piernas del Creador avanzando a zancadas de gigante
a su encuentro. Al menos, el comienzo es agradable-pensó-. La belleza
circundante terminó por embargarle de emoción. Nunca los
mundos de sus sueños estuvieron investidos de tanta simplicidad
y hermosura. Impulsado por fuerzas ajenas, echó a correr hacia Poniente.
Súbitamente, el aire comenzó a condensarse. El paisaje quedó
desdibujado como los reflejos del agua al caer una piedra. Las hermosas
nubes y los rayos del crepúsculo desaparecieron para dejar paso
a un mundo conocido. Desde la Gran Ventana, el océano serático
se extendía ante él en reposo tras el ocaso de Tau. Printer
recorrió con su mirada el gran "hall" del mirador. -¿Adónde
se ha ido todo el mundo? -se preguntó-. Parecía abandonado
desde hacía años. Miró a los elevadores detenidos
en las diversas plantas intermedias. La suciedad de sus mamparas impedía
ver su interior. Se dirigió a las rampas mecánicas, días
antes abarrotadas por una muchedumbre bulliciosa, y a nadie pudo ver. Sin
embargo, antes de que pudiera encontrar una explicación a todo aquello,
comenzó a percibir unos pasos que se aproximaban desde la entreplanta.
Por la rampa central, apareció Eila que descendía con dificultad
al "hall". El sueñonauta permaneció por unos momentos inmóvil
cuando su compañera lo invitó a seguirla.
-Vamos Printer, nuestro sueño no es eterno. Sígueme,
tomaremos este ascensor, en las entrañas de Serun se encuentran
los verdaderos taurianos y el Augusto al frente de todos ellos.
-¿Pero cómo bajaremos sin ser descubiertos?
-No podrían hacerlo aunque quisieran, hemos entrado por
una ventana onírica. No esperan nuestra visita porque desconocen
nuestras habilidades con los sueños.
El ascensor comenzó a bajar silenciosamente sin que sus
ocupantes percibieran el más mínimo movimiento.
-Descenderemos verticalmente cien kilómetros para luego
desplazarnos horizontalmente bajo el océano serático. Llegaremos
antes de lo que piensas al primer subnivel.
-Y qué encontraremos?
-El centro de proyectos.
-¿Qué clase de proyectos?
Las puertas del ascensor se abrieron antes que Eila pudiera responderle.
La sala era un gigantesco almacén repleto de contenedores
transparentes, los cuales acogían construcciones cristalinas de
múltiples aristas que desprendían destellos de una belleza
tal que ni el más hermoso zafiro podría compararse con la
más humilde joya de aquella colección.
Printer, impávido, miró a Eila esperando de sus labios
la respuesta al misterio que acosaba su mente, pero ésta se limitó
a cogerlo con ternura de la mano y conducirlo a través de las amplias
galerías centelleantes como el lazarillo de quien mira sin ver,
o como el intérprete de quien escucha sin comprender. Pasó
un tiempo antes que el sueñonauta pudiera esbozar de nuevo su pregunta.
-¿Proyectos de qué tipo?
-Fractales.
-¿Fractales?
-Estos cristales generan realidades virtuales, pero de una verosimilitud
tal que ningún humano podría percatarse de ello. Toda la
superficie del planeta, a excepción de la Zona, está generada
por un potente fractal, del mismo modo que la supuesta naturaleza plasmática
de los taurianos. El incidente con la nave tauriana es una simple anécdota
si lo comparamos con las verdaderas dimensiones del engaño. Por
decirlo de alguna manera, esta enorme sala es la biblioteca más
completa de la mentira de cuantas se puedan imaginar. Estos cristales,
cuando permanecen activos, modifican nuestra percepción según
programa; por suerte no intervienen en nuestros sueños, tan sólo
en la vigilia.
-En cierto modo nos lo merecemos.
-¿A qué te refieres? -preguntó Eila.
-Llevamos siglos intentando contactar con inteligencias extraterrestres,
y a la primera ocasión nos damos de bruces con unos farsantes frente
a los cuales los humanos somos unos torpes aprendices. Son los maestros
del engaño y nosotros unos chiquillos mentirosos.
-Mentirosos y peligrosos, mientras que ellos se sirven de la
farsa exclusivamente para protegerse de miradas indiscretas como las nuestras;
en ningún momento sus trucos nos han causado daño.
-¿Y por qué se esconden con tanto celo? Ni siquiera
los hemos visto en su propia madriguera, esta sala está completamente
vacía, ¿qué ocultan?
-De momento, ya puedes responder a una de tus preguntas. Es obvio
que desean preservar sus cristales.
-¿Eso es todo?
-No. Hay algo más. Tomemos de nuevo el ascensor y sigamos
descendiendo, este planeta es una manzana horadada por una colonia de gusanos.
-¿Gusanos?
-¡Vamos, Printer, no seas chiquillo!
Eila parecía disfrutar del viaje ofreciendo por entregas
a Printer sus preciados descubrimientos. Por su parte, el sueñonauta
se mostraba dócil y algo azorado ante tan diligente lazarillo. Con
un ligero zumbido, el ascensor dejó aquel deshabitado almacén
e inició un nuevo descenso para alejarse de los fondos del océano
serático.
-¿Cómo podemos seguir descendiendo sin experimentar
las altas presiones y temperaturas a las que debiéramos estar sometidos?
-¿Has olvidado que sólo somos un sueño? -recordó
Eila-.Estamos al margen de toda contingencia física. Ni siquiera
nuestros amigos taurianos podrán percatarse de nuestra presencia.
-Entiendo que nuestros sueños puedan adentrarse en estas
profundidades, pero ¿ qué ser vivo podría soportarlas?
-Solamente aquellos que en breves instantes podrás contemplar.
Una vez más, las puertas del ascensor se abrieron para
permitir la entrada de los viajeros a un mundo al que nadie, salvo Eila,
había podido acceder hasta entonces. Printer dirigió su vista
con avidez en todas direcciones buscando a unas criaturas que había
imaginado de mil formas, pero su intento fracasó porque los taurianos
allí presentes, por centenares, no encajaban en ninguno de sus delirios.
Por unos momentos, se sintió defraudado; allí sólo
pudo reconocer lo que ya había visto en la sala de proyectos, cristales
y cristales de diferentes tamaños y formas, todos tan bellos como
fríos.
-¿Esto es todo? ¿Conque nuestros misteriosos vecinos
sólo son rocas metamórficas, bellas e inútiles piedras,
talismanes de bisutería? Es ridículo que nos hayamos tomado
tanto trabajo para llegar a esta conclusión. Vale la pena invadir
un planeta para fabricar con el botín cuentas de collar o brazaletes
exóticos de mal gusto.
Printer continuaba enfrascado en su decepcionante discurso cuando
varios cristales comenzaron a desplazarse
hacia un gran promontorio compuesto de la misma materia. De pronto,
las pequeñas unidades eyectaron de sus cuerpos unas esferas iridiscentes
que se agregaron inmediatamente a la montaña, la cual se asentaba
en el centro de la gran bóveda junto a otra de menor entidad.
-¿Qué demonios está ocurriendo aquí?
-preguntó el sueñonauta.
-Te presento al auténtico Augusto y su fiel consejero
Madersk -le contestó Eila señalando a los dos promontorios
del centro de la gruta. - Estos últimos días hay mucho movimiento.
Saben que están a punto de ser descubiertos y están generando
sin descanso otro universo virtual que les permita adoptar un nuevo camuflaje.
Las pequeñas unidades transfieren energía a sus líderes.
Es muy posible que estén preparando la huida de Tau. Aquí
ya no se sienten seguros con nuestra presencia.
-¿Y abandonarían su planeta natal sin presentar
resistencia?
-Hasta ahora no han demostrado tener más armas que las
propias del camuflaje y, por otra parte, juraría que no son oriundos
de este mundo, los elementos que componen Tau los podemos encontrar en
el nuestro en similar proporción, sin embargo el isótopo
de carbono que los constituye no existe en la Tierra, y no creo que tampoco
se dé aquí en estado natural. No sé cómo han
podido llegar a Tau ni cómo lo abandonarían llegado el momento,
pero de cualquier modo los creo muy capaces de hacerlo. Bien mirado, algo
tenemos en común con ellos, al fin y al cabo son arquitecturas de
carbono inteligentes como nosotros, pero ignoro cómo pueden regular
sus procesos vitales, una química muy distinta los debe mantener
vivos.
-¿Por qué no me advertistes en la sala de proyectos
que los taurianos eran aquellas construcciones cristalinas?
-Porque no lo eran o, mejor dicho, habían dejado de serlo.
Aquellas manifestaciones no eran otra cosa que pensamientos terminales
de estas criaturas desactivados por alguna razón, quizá en
su día han sido o serán activados, pero quienes los crearon
siguen vivos por decirlo de alguna manera. La estancia no era otra cosa
que una bilioteca de fractales.
-¿Cómo lo sabes?
-No puedo saberlo, lo deduzco. Bien, este sueño ya se
ha prolongado bastante, regresemos -concluyó Eila.
y sus sueños no recorrieron lo andado, muy al contrario,
tomaron raudos el camino más corto por los intersticios de la materia
en dirección a sus cuerpos tendidos en la lóbrega estancia
de la pensión. Los viajeros, finalizado el sueño, se ensamblaron
en sus cuerpos en el umbral de la vigilia. Printer resopló, se revolvió
varias veces en el lecho antes de incorporarse y ,finalmente, abrió
sus párpados para descubrir frente a él a un Belano inmóvil
y absorto que parecía embalsamado en un cilindro transparente, como
el que acogió a Printer el día de su entrevista con el Augusto.
A su derecha, se encontraban las encarnaciones fractales de Madersk y dos
taurianos que aguardaban pacientemente el
despertar de los sueñonautas. Printer zarandeó bruscamente
a Eila como si ella fuera su única esperanza para sacarlo del aprieto.
Enseguida comprendió que nada ni nadie podría ayudarle, sabía
que si se resistía, podría verse tan embalsamado y ridículo
como Belano; sólo restaba encarar con dignidad tal situación.
Parte 12
Hacía tiempo que el Consejo de Gobierno había
decidido los planes de la ofensiva, aunque expresó a Belair su
intención de modificarlos en el último momento en función
de los informes de Eila y Printer. Los taurianos debían ser sometidos.
Había que destruir todo su capacidad de respuesta. Todos los sueñonautas,
incluidos los reservistas, fueron llamados a filas. Durante años,
las grandes bases habían acumulado todo el material necesario para
invadir todo un sistema solar. El alto mando había apostado todos
sus efectivos en la más grande demostración de poder que
los siglos recuerdan. Por primera vez, el mayor ejército de todos
los tiempos iba a ser desembarcado con su impedimenta por sorpresa en Tau,
no a través del espacio o del tiempo, sino gracias a la apertura
de un gigantesco pasillo onírico. Un millar de sueñonautas
era ya capaz sin grandes riesgos de transportar todo el armamento de una
división. Diez millones de sueñonautas aguardaban en sus
distintas bases la orden de marcha. Una orden que se hacía esperar
tanto como el informe de Eila y Printer acerca de las defensas taurianas.
Belair fue autorizado a desplazarse a Signo para seguir más
de cerca el curso de las operaciones y transmitir las instrucciones del
Consejo de Gobierno. En apenas ocho horas, el tiempo que cualquier mortal
dedica diariamente a dormir, pudo incorporarse a su nuevo destino en cuerpo
y alma. A la mañana siguiente pudo reunirse con el Soñador.
-¿Aún no hay noticias de Tau? -quiso saber Belair.
-Aún nada, pero pronto sabremos algo, estoy convencido,
Printer no nos defraudará.
-Sólo nos han concedido veinticuatro horas a partir del
mediodía de Signo para recibir el mensaje de Printer. Odeón
no se demorará. No se puede mantener por más tiempo un ejército
de estas dimensiones inactivo y sin ser descubierto -dijo Belair al Soñador.
-¡Se han vuelto locos!, ¿cómo se puede enviar
un ejército sin saber contra qué o quiénes ha de combatir!
-¿Qué quiere que le diga? Todo cuanto hice para
evitarlo fue inútil. Me gustaría tener un cambio de impresiones
con los mandos de la operación, el Consejo me ha pedido un informe
detallado de la situación.
-Lo supuse y por eso los he convocado. Nos están esperando,
¡Sígame!
Belair siguió los pasos del Soñador por unas angostas
galerías, a través de un mundo subterráneo a salvo
de la curiosidad tauriana; durante cinco minutos deambularon por un dédalo
de corredores, subiendo y bajando rampas mecánicas, hasta confluir
en un inmenso espacio arrebatado a las corrientes de agua por los ingenieros.
En las paredes del recinto, y a distintas alturas, se abrían túneles
que servían de corredores a veloces transportes monorraíles.
De vez en cuando, uno de éstos se detenía para embarcar o
desembarcar un contingente humano. Algunas unidades emergían raudas
de los túneles y, sin detenerse, desaparecían por el
extremo opuesto de la gigantesca gruta ahogando su rugido en aquellos lóbregos
corredores subterráneos. Numerosos ascensores comunicaban el primer
nivel con los andenes aéreos, y por todas partes se percibía
una gran agitación. Los altavoces emitían comunicados y consignas
que denotaban una intensa actividad. Divisiones enteras eran transportadas
a los lechos lanzaderas en múltiples unidades monorraíles
y aquella estación era una más del dispositivo ferroviario
que horadaba una inhóspita región del hemisferio sur.
-Quiero inspeccionar antes los silos de lanzamiento- dijo Belair
mientras dirigía su vista a la inmensa bóveda que cobijaba
aquella estación de tránsito.
-No hay inconveniente, no nos llevará mucho tiempo, tenemos
uno muy cerca- repuso el Soñador; sabía que el eufemismo
"inspeccionar" sólo ocultaba curiosidad.
Las puertas del compartimento de oficiales se cerraron tras ellos
y todos cuantos allí estaban se tensaron como un solo resorte al
percatarse de los cinco ojos semicerrados que lucían en sus pechos
tanto el Soñador como Belair.
-¡ Descansen y tomen asiento caballeros!- les indicó
el Soñador; era la primera vez que veían a mandos con el
máximo distintivo; su embarazo se hizo más patente tras el
saludo.
Dos oficiales volvieron a levantarse inmediatamente para ofrecer
sus asientos a los distinguidos compañeros de viaje.
-¿ Cuál es su unidad, Teniente?- preguntó
Belair al más veterano de ambos.
-Vigésimo tercer regimiento de sueñonautas pastores
de la División de Ingenieros Zapadores " Balaklava ", Primer Ejército,
Señor.
-¿ Y su destino?
-Nuestras órdenes son las de incorporarnos inmediatamente
a los silos Freud y Jüng, Señor.
-Segunda oleada, ¿no es cierto?
-Así es Señor.
-Suprima el tratamiento. ¿Con qué experiencia cuentan
sus hombres?
-El que menos tiene a sus espaldas cien parsecs en misiones de
escolta, pero ninguno ha entrado hasta ahora en combate, Señor...disculpe
mi torpeza.
-¿ Y cómo demonios habrían podido hacerlo
si hasta la fecha no se ha presentado afortunadamente ninguna ocasión?
-Es cierto, pero confío plenamente en ellos y harán
todo cuanto se les ordene.
-¡Excelente! Estoy convencido de ello Teniente.
Belair sintió el vacío bajo sus pies y se estremeció
cuando el transporte emergió del negro túnel a un indescriptible
espacio iluminado desde los farallones en talud que lo contenían.
Creyó haber encogido hasta el tamaño de una abeja y penetrado
en el organizado dominio de su panal, pero eran en realidad las dimensiones
de éste las que le habían hecho sentirse diminuto y a la
vez orgulloso ante aquella magna realización. Con avidez, observó
en todas direcciones centellear miles de puntos móviles como luciérnagas
en una selva electrónica; innumerables operarios hacían las
últimas comprobaciones en los lechos desde los cuales serían
lanzados todos los efectivos de la División Balaklava, una de tantas
del vasto dispositivo militar para consumar la operación Odeón.
-Es sorprendente, amigo mío, el trabajo que han hecho
aquí, Aszel estaría de acuerdo conmigo.
-Realmente sorprendente- añadió el Soñador-.
Si lo desea, podemos entrevistarnos con el responsable del silo.
-No es necesario, nuestros amigos nos esperan.
-Está bien, sígame.
-Caballeros -dijo Belair en tono neutro a los mandos- he de felicitarles
por el excelente trabajo que han realizado. Como ya supondrán traigo
instrucciones concretas del Consejo. Seré muy breve. Salvo informes
de nuestros agentes en Serun que desaconsejen o modifiquen nuestros planes,
la primera oleada será lanzada a las 12 h tiempo local. El primer
objetivo será la protección de nuestra colonia, y muy
especialmente la de nuestros agentes, de su información dependerá
en parte el éxito de Odeón. Hasta el último momento
esperaremos noticias suyas. Dependiendo de las mismas, los planes podrán,
como sugería anteriormente, ser modificados. Y ahora, si desean
formular alguna pregunta, identifíquense y háganlas con franqueza.
-General Orlando Estévez, División Queazcoalt.
Todos nos preguntamos contra quiénes vamos a combatir, pero ya que
hemos de hacerlo, debiera quedar claro dónde estará nuestra
retaguardia. Es muy probable que nos veamos obligados a replegarnos.
-De sobra sabe que no hay retaguardia posible. Su pregunta parece
más bien un reproche. Si fracasan, no los podremos traer de la misma
forma que los lanzaremos; tendrían que aguardar hasta que fuera
posible una evacuación convencional-concluyó Belair.
-General Olivia Zut, División Bay Vien. Los informes de
sus agentes han podido ser manipulados por los taurianos. Modificar el
plan podría ser un suicidio. La operación que hemos diseñado
es lo suficientemente versátil para enfrentarse a cualquier eventualidad;
no podemos rechazarla e improvisar en el último momento por unos
dudosos informes. Por otra parte, ¿cómo piensa recibirlos?
y ¿qué seguridad tenemos de que no sean interceptados?
-De esos dudosos informes respondo yo -afirmó con rotundidad
y cierto enojo el Soñador- , y en cuanto a la posibilidad de ser
interceptados es altamente improbable, no se emplearán métodos
convencionales, los recibiremos en un contenedor onírico.
-Perdone Señor, pero es imposible lanzar un sueño
sin una estación emisora de cobertura.
-Se equivoca, nuestro mejor hombre está en condiciones
de hacerlo, y ese hombre se encuentra en Serun; hasta ahora hemos preferido
guardar silencio al respecto. ¿Alguna pregunta más?
-Hideki Gluckman , Jefe de Operaciones del Primer Ejército:
Divisiones Breuer, Tagträume y Adler. Señor, mis hombres serán
la punta de lanza de la primera oleada. No temen a ningún tauriano,
pero sienten un miedo inconfesable a la casa de los espejos. Algunos creen
que un lanzamiento masivo generará una, hasta ahora, desconocida
deformación del campo onírico que los arrastraría
a esa zona de fragmentación. No sé qué decirles.
-De nuevo la respuesta a esos temores tiene un mismo nombre:
Printer; es el primero que ha regresado de la casa de los espejos y no
será el último. El responsable de los regimientos pastores
bajo su mando debería haberle informado. El programa Printer ha
sido transferido a las celdas de seguridad de sus sueñonautas pastores;
es nuestra mejor baza contra tal eventualidad.
Un funcionario se acercó sigilosamente al Soñador
para susurrarle al oído:
-Señor, hemos captado un sueño transeúnte,
podría ser el que esperamos.
-Caballeros, la respuesta está en camino. No es preciso
volver a reunirlos. Les haremos llegar el mensaje y las últimas
instrucciones cuanto antes, eso es todo. Buena suerte.